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En Madrid Fashion Week, hasta treinta profesionales trabajan en el "backstage".
En Madrid Fashion Week, hasta treinta profesionales trabajan en el “backstage”.
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Las grandes pasarelas mundiales han descubierto tendencias en moda, peluquería y maquillaje esta temporada otoño-invierno. En pocos minutos, los diseñadores deben mostrar la esencia de su trabajo y saben que en Milán, Nueva York, Londres o Madrid pasarán un examen en el que se lo juegan todo.

CON EL TIEMPO EN CONTRA.

Los creadores adelantan modas no solo en el campo de las prendas, los tejidos y los estampados, sino también en los peinados reinantes o en la paleta de colores que predomina en el maquillaje, lo que marca estilismos nuevos y con proyección en el “street style” (estilo de la calle).

Los secretos de este sector visionario que influye en nuestros gustos a la hora de vestir o de embellecernos se perciben sobre la pasarela y se descubren con más intensidad en el “backstage”, el lugar donde los modelos se convierten realmente en modelos.

En Madrid Fashion Week, 15 maquilladores y 15 peluqueros trabajaron a contrarreloj para poner a punto a las decenas de maniquíes que han desfilado para Amaya Arzuaga, Roberto Verino, Moisés Nieto, Juan Vidal o Andrés Sardá. En una media hora escasa, estos profesionales adaptan el “look” preestablecido y acordado con los diseñadores para cada modelo, rostro y tipo de pelo.

“El tiempo es nuestro peor enemigo”, reconoce el subdirector de maquillaje de Cibeles, José Belmonte, el guía que aconseja a su equipo sobre los coloretes y sombras que se adecúan más al estilo de cada diseñador: “Tanto el maquillaje como el pelo deben guardar una coherencia con la moda que muestra cada creador”, explica a Efe.

En el “backstage” nada es improvisado. Grandes pantallas, entre pilas y pilas de botellas de agua, muestran los peinados que llevan las modelos para cada diseñador, así que, a pesar de que los profesionales disponen de poco tiempo para cada firma, el guión ya está escrito, y solo se limitan a seguirlo, “aunque siempre surgen contratiempos”, advierte Belmonte, un profesional con amplio bagaje en la pasarela española.

Las coletas onduladas elaboradas para David Delfín se convierten tras el desfile en moños perfectos para Hannibal Laguna, mientras que las melenas onduladas y con raya al medio que se han visto en la propuesta de Ion Fiz se sustituyen horas después por divertidas pelucas rosas en el desfile de Agatha Ruiz de la Prada.

El maquillaje es imperceptible en muchos casos, ya que los diseñadores prefieren llamar la atención con sus vestidos y no con estridentes sombras de ojo. Por supuesto, depende de la marca “y de las emociones” que quieren transmitir al público, dice Belmonte.

UN ÉXITO COMPARTIDO.

La variedad hace la riqueza en otras pasarelas internacionales, que dejan claro que sobre estilo no hay nada escrito ni mucho menos definitivo. En la semana de la moda de Nueva York, Marc Jacobs dibujó a una mujer algo más alternativa, y para ello se valió de cortes de pelo muy desfilados con flequillos igualmente desiguales.

Ralph Lauren apostó por melenas lisas y maquillaje casi imperceptible, y Carolina Herrera por recogidos milimétricos, también con un “make up” muy suave. En Milán, Gucci descubrió coletas y tocó toda la paleta de marrones en párpados y pómulos, y en Londres Tom Ford puso lápiz de ojos negro en cada uno de sus “looks”.

Los diseñadores se llevan casi toda la gloria, pero entre las bambalinas del “backstage” también se brinda cuando las pasarelas echan el cierre después de días frenéticos que se convierten en un ir y venir de modelos, periodistas y esteticistas, entre otros.

Cuando todo acaba, las decenas de lacas, pinceles y brochas que descansan sobre las mesas se guardan para la próxima temporada, aunque estos materiales se cambian casi siempre por aquello de que la moda siempre supone renovarse o morir.

EFE-REPORTAJES.