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Las vitaminas constituyen un conjunto de sustancias que nuestro organismo necesita incorporar en pequeñas dosis para desarrollar funciones distintas del simple aporte de energía. Sin embargo, el exceso de vitaminas puede ser inútil y hasta peligroso. Hay que tomar las justas siempre que el organismo denote las carencias y procurar sustituirlas por una buena alimentación y mucho ejercicio.

Millones de estadounidenses están convencidos de que consumir grandes dosis de vitaminas les permitirá una vida larga y saludable. Las vitaminas constituyen un conjunto de sustancias que nuestro organismo necesita incorporar en pequeñas dosis para desarrollar funciones distintas del simple aporte de energía. Por lo general la función de las vitaminas es coadyuvante de acciones enzimáticas específicas, pero no se complementan entre sí, ni estructural ni químicamente, y participan en funciones bien distintas.

CANTIDAD Y CALIDAD.

Nutricionistas, bioquímicos, toxicólogos, geriatras y oncólogos han manifestado en diversos foros y a través de diversos estudios y comunicaciones que no existen dudas de que las vitaminas son necesarias y hasta indispensables. Sin embargo, ninguno de los estudios ha demostrado que la cantidad sea equivalente a calidad y, en consecuencia, no se va a conseguir vivir más o con una mejor salud dependiendo de las dosis ingeridas de las distintas variantes vitamínicas. Para los expertos, una dieta sana y mucho ejercicio físico pueden proporcionar una existencia más saludable que si uno de limita a atiborrarse de las distintas variantes vitamínicas.

No obstante, cada día se conocen informes contradictorios sobre la materia. Casi a la mismo tiempo que en un congreso de Biología Experimental, celebrado en EEUU, se aseguraba que los hombres y mujeres de edad avanzada que han tomado altas dosis de calcio y vitamina D corren un riesgo mucho mayor de lesiones cerebrales, otro informe indicó que las personas que tienen una dieta en la que abundan el pescado y la vitamina D disminuyen los riesgos de degeneración macular vinculada con la edad avanzada.

Asimismo, científicos anglosajones vinculan el riesgo de cáncer de mama y de páncreas con el déficit de la vitamina citada, lo cual ha sido cuestionado al poco por otros expertos. Tiene que pasar algún tiempo hasta que coincidan estadísticas y conclusiones de expertos.

Mientras tanto, asesores de salud del gobierno de Washington, como Michael McGinnis, experto del Instituto de Medicina, calculan que la mitad de los estadounidenses toman habitualmente multivitaminas y minerales sin que se sepa a ciencia cierta de qué manera les benefician estas sustancias. Por el contrario, elevadas dosis de ciertas vitaminas pueden resultar peligrosas, en tanto que otras son eliminadas a través de la orina.

Entre las peligrosas se incluyen el hierro y la vitamina A (beta caroteno). Estudios contrastados indican que su consumo excesivo podría aumentar la propensión al cáncer pulmonar en algunos fumadores. Por otra parte, muchos alimentos ya están reforzados con vitaminas y minerales, por lo que el valor de los suplementos vitamínicos está en tela de juicio.

CONTRA ENFERMEDADES ENDÉMICAS.

El descubrimiento de las vitaminas se atribuye a un médico holandés, el Dr. Eijkman, quien a finales del siglo XX desarrolló una metodología en la búsqueda de sustancias para combatir enfermedades carenciales endémicas como el beri-beri, el raquitismo, el escorbuto y la pelagra, entre otras. El galeno holandés comprobó en 1886 los efectos protectores contra el beri-beri (carencia de vitamina B1 o tiamina) de la cascarilla del arroz. A principios del siglo XX, otro médico, el polaco Funk, identificó los mecanismos bioquímicas de cada una de las vitaminas y su estructura.

La investigación inicial en el ámbito de las vitaminas permitió sentar las bases científicas de la nutrición y la dietética tal como las conocemos en nuestros días. En principio fueron identificándose con letras del abecedario pero, a medida que fue conociéndose la complejidad de sus elementos, se les añadieron subíndices (B1, B2, etc.) para diferenciarlas y también se establecieron denominaciones químicas específicas a partir del análisis molecular.

Las vitaminas se clasifican en dos grandes grupos: liposolubles (A, D, E, K) e hidrosolubles (C, tiamina, riboflavina, niacina, B6, biotina, ácido pantoténico, ácido fólico y B12). Las primeras, como su nombre indica, son solubles en disolventes orgánicos o lípidos, y se encuentran en alimentos en los que hay abundancia de grasas. Las hidrosolubles se disuelven en agua, algunas de ellas con dificultad.

Los expertos catalogan también una serie de sustancias como “casi-vitaminas” porque no obedecen en su totalidad a los estrictos criterios que nos permiten definir una vitamina, en relación sobre todo con la falta de síntesis por parte del organismo. El ácido amino-benzoico, el ácido lipoico, la colina, la ubiquinona, la carnitina y los bioflavonoides se encuentran en este grupo.

VITAMINAS Y EFECTOS BENEFICIOSOS.

De acuerdo con los estudios más elaborados, y a partir de los componentes de cada una de las sustancias que en ellas se encuentran, en el cuadro siguiente se exponen los efectos beneficiosos de las distintas clases de vitaminas:

Vitamina A: antiinfecciosa y antixeroftálmica.

Vitamina D: antirraquítica.

Vitamina E: contra la esterilidad.

Vitamina K: antihemorrágica.

Vitamina C: antiescorbútica.

Tiamina (B1): antiberibérica.

Riboflavina (B2): antiqueilótica.

Niacina (B3): antipelagra.

Piridoxina (B6): antisíndrome premenstrual.

Cobalamina (B12): antianémica.

Biotina: antidermatitis.

Acido pantoténico (B5): antiacné y anticulceroso.

Acido fólico: antianémico y prevención de riesgos cardiovasculares.

Efe Reportajes