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MÉXICO, D.F., diciembre 3 (EL UNIVERSAL).- José Agustín guarda desde hace años los dictámenes de todos los proyectos de películas, basados en sus novelas, que le han censurado.

A pesar de que estudió cine, de que toda su obra -siempre lo ha reconocido- tiene una gran influencia del séptimo arte, de que ha escrito guiones e incluso dirigido, no ha conseguido que sus libros de narrativa lleguen a la pantalla. La censura, en la mayoría de los casos, ha impedido dar el claquetazo.

“Me han comprado varias novelas para el cine, pero tengo muy mala suerte. He cobrado todos los derechos, pero no se ha filmado ninguna de ellas”, dice el escritor en entrevista telefónica.

Todo esto parece que cambiará cuando en estos días se inicie la filmación de Abolición de la propiedad, un libro peculiar en la obra de Agustín que tiene elementos de novela y de drama teatral, que será llevado a escena por el director Jesús Magaña.

“Me siento muy contento; fue una sorpresa agradabilísima. Lo escribí hace más de 40 años, es del 69 y es un texto que funciona lo mismo como novela que como obra de teatro. Está todo dialogado y las acotaciones están puestas ahí, se ha montado en teatro, pero en cine nunca me hubiera imaginado, la verdad”.

La obra fue estrenada en Estados Unidos en 1978, cuando Agustín daba clases en la Universidad de Denver y le ofrecieron quedarse otros seis meses para hacer lo que él quisiera, entonces pidió escenificar Abolición de la propiedad, tanto en inglés como en español. “Les pareció bien la idea y se montó y funcionó bastante bien”.

El escritor recuerda que siete años después, en 1985, la obra se repuso, esta vez con dirección de Mario Alcántara: “Nos estaba yendo rebien hasta que se cayó el teatro con el temblor, era un teatro que estaba en una plaza en el centro”. A fines de ese mismo año hubo otra puesta, ésta encabezada por Luis Grimberg y se ganó varios premios. “Tiene su historia la obrita”, comenta el escritor.

Lo que no dejaron ver

José Agustín, uno de los autores más leídos de México, cuyas novelas De perfil, La tumba y Ciudades desiertas forman parte del imaginario de varias generaciones de lectores y recibió desde muy joven varias invitaciones para llevar al cine sus libros:

“Me contrataron primero por mi novela De perfil, la iba a dirigir Carlos Velo en 1966, pero la censura lo prohibió”.

La misma historia se repitió cuando años más tarde el mismo Velo pretendía dirigir Abolición de la propiedad, obra que el autor de origen guerrerense había acabado de escribir.

“Yo iba a dirigir la adaptación de mi novela Se está haciendo tarde y también me la pararon. Después me pararon otros dos que hice con Gerardo Pardo y con Pepe Buil, uno se llamaba Ahí viene la plaga. Han sido muchas cosas, por angas o por mangas la censura las bloqueaba. Pero a ver ahora, se supone que está más abierto. Me encanta el lenguaje del cine. Sí, aspiro a quitarme el trauma”, dice el novelista.

Con Ciudades desiertas la historia es similar aunque los intentos se multiplican. Dice el escritor que también se la prohibieron. “Esa la iba a filmar yo, después se interesó por hacerla Alfonso Cuarón y finalmente, Roberto Sneider, quien tiene ahorita los derechos”. En entrevistas con EL UNIVERSAL, Sneider ha dicho que la hará en 2010.

Acerca de lo que pasó con cada una de sus obras, José Agustín apunta: “La censura en los 60 estaba terrible. En ese momento había mucha. Simplemente llegó un aviso de la Dirección de Cinematografía diciendo que ese guión (el de Abolición de la propiedad) no se iba a filmar jamás. Yo guardo el dictamen por ahí. Es un documentito. Bueno, guardo los dictámenes de todas las películas que me han censurado”.

– A la distancia ¿cómo ve “Abolición de la propiedad”?

– Yo me perdono la vida. La obra es bastante interesante. Tiene una historia que ahorita está muy al día, andaba muy adelantada. Releí el libro, me pareció que estaba bastante bien, dentro de lo que podía caber. Es una novela que escribí a los 26, 27 años, ya hacía las cosas de una manera muy distinta, pero sigue siendo un proyecto muy interesante.

– ¿Cómo analiza “Abolición de la propiedad” frente a sus otros libros?

– No es tan sui generis. Comulga bastante bien con todo lo que he escrito, aunque en ciertas cosas forma un capítulo aparte. Cuando salió publicado mucha gente me dijo que le parecía que todos mis libros anteriores eran muy ágiles, muy amenos y que este era mucho más denso y pesado. A mí no se me hace así. Las puestas en escena nos han demostrado que bien montada, la obra funciona bastante bien.

De los años 60

“Ahí en ese libro está el espíritu del 68. Mario Alcántara, cuando la montó enfatizó eso, la terminaba con ‘All you need is love’ de los Beatles; le daba muchas pequeñas señas de identidad de los años 60. Ahora a mí me consideran como uno de los escritores importantes del 68, que han escrito del movimiento, sí lo he hecho, pero realmente ha sido muy poquito.

“Abolición de la propiedad alude la movimiento de una forma muy indirecta. Viene después del movimiento y contiene la atmósfera del 68 de alguna manera. Eso les ha interesado a los directores. No sé como lo va a resolver Jesús”.

El tema central de Abolición de la propiedad es la discrepancia de una pareja de jóvenes: ella tiene tendencias más revolucionarias y él es mucho más conservador. “Es una dicotomía que sigue hoy y que es enteramente válida; no por ser joven se tiene la garantía de ser modelo de revolucionario o una persona progresista, hay mucho joven reaccionario”.

– ¿Cree que coincide con el momento actual la sensación de desencanto entre los jóvenes?

– El desencanto entonces estaba muy agudizado porque había venido la represión del 2 de octubre. El 69 fue un año muy duro para los jóvenes en México, sobre todo para todos aquellos que participaron porque había un clima de derrota. Claro que con el tiempo vimos que se habían ganado muchísimas cosas, pero en el momento fue una represión salvaje, había cientos de jóvenes en la cárcel.

En Abolición de la propiedad una misteriosa grabadora funciona como oráculo y reproduce las conversaciones futuras entre los dos jóvenes, Norma y Everio. Esta historia, que se volvió una novela de culto, será llevada al cine por Jesús Magaña como un thriller.

– ¿Cómo concibe el elemento de la grabadora, esa especie de tercer personaje en la historia?

– Se me vino toda la idea en la noche. La grabadora funciona como grabadora, pero también como oráculo, anticipa lo que va a ocurrir, pero no todo lo que anticipa tiene que ocurrir. Es un elemento que le da cierta tensión dramática y aparte está el misterio tremendo de los dos personajes que no han grabado eso.

– Desde el punto de vista formal ¿qué buscaba con “Abolición de la propiedad”?

– Es el intento de crear una obra de teatro que tenga al mismo tiempo una lectura como de prosa, de hecho todo mundo, cuando salió el libro, lo veía como una novela, hasta que Héctor Mendoza publicó una crítica que decía “una obra de teatro escondida”. En Argentina se vendió muy bien; ellos percibían muy bien que tenía la doble naturaleza. Es una obra multimedia que tiene cine, fotografía, teatro, música. Combina muchas cosas.

José Agustín, quien en abril pasado sufrió un accidente que lo obligó a suspender por dos meses el trabajo de sus obras, escribe la novela La locura de Dios, que publicará en 2010, además tiene un libro de cuentos ya casi armado.

Pero es la filmación de Abolición de la propiedad, uno de los proyectos que más le entusiasma ahora

“Le tengo mucha confianza a Jesús (el director), me gustó mucho su película (Sobrevivientes). Él va a adaptar la historia y es muy buen adaptador, creo que lo puede hacer notablemente bien. Le dije que estaba dispuesto a contribuir en lo que hiciera falta, pero es un muchacho muy dotado para eso, no creo que requiera empujoncitos de nadie. Fue una sorpresa agradabilísima, me llegó esto a mí hace apenas tres meses y ya está a punto de empezar a filmar”, expresa.