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Llego a la casa después del trabajo dispuesto a relajarme un poco.

Busco en el televisor algo que valga la pena entre los canales en español; pero entre refritos de novelas, programas de concursos algo bizarros donde salen cómicos y bailarinas con senos exorbitantes y comerciales carentes de creatividad, opto por prender el tocador de DVDs para ver alguna película de las que tengo copiadas.

No puedo evitar pensar que debí pasar por la biblioteca para buscar películas nuevas.

¿A que se deberá mi falta de identificación con la programación de las televisoras en español en Estados Unidos? No puedo evitar compararla con la que solía yo ver en la ciudad de México.

Recuerdo que el canal 11 del IPN presentaba programas diversos sobre cultura y sociedad, además de que en la noche, mostraba películas extranjeras independientes.

El canal 22 era otro que mostraba cosas bastante interesantes.

En general, creo que la calidad de programas en español entre ambos países es bastante contrastante, aun siendo muchas las malas novelas que nos llegan del D.F.

A pesar de eso, en México al menos había en el entorno televisivo más variado, por lo tanto, había algo que está ausente aquí: opciones.

No sé si esto será por los tiempos, o por la poca creatividad de los productores hispanos, o inclusive por la clara tendencia por mantener altos índices de audiencia; pero no solo los programas tienden a ser poco estimulantes, sino que hasta los comerciales muchas veces ofenden la inteligencia de los espectadores.

Se percibe que quieren tratarlo a uno como estúpido al pasarle anuncios seudo-cómicos como la mayoría de Jack in the Box, Metro PCS y algunos otros que me erizan el cuero de solo recordarlos. ¿Qué estaría pensando el productor para decidir transmitirlos por TV?

No busco demonizar el entretenimiento en sí, pero si admito que detesto aquel tipo de diversión totalmente superficial, simplista, y muchas veces, hasta grotesca que se ofrece al audio-escucha hispano en este país.

También la falta de balance en la programación hace mella en la ya de por sí pobre idea que tengo de nuestros medios hispanos.

Hay tan escasos programas educativos y de cultura producidos por nosotros mismos que me cuesta trabajo nombrar uno solo.

Muchas veces las televisoras tienen que traducir programas en inglés como los del Nacional Geographic o de PBS para mostrar algo edificante.

No es falta de talento por parte de nuestra gente, es más bien que todos los recursos económicos de las televisoras hispanas están dirigidos 100% al comercio y a los ratings.

La pregunta de la semana es: ¿Por qué no existe una ley que les exija mostrar una proporción cultural que al menos le de un balance a la programación?

Quizá algún día suceda. Pero mientras tanto, me mejor me doy una vuelta por la biblioteca a buscar algo en la sección de multi-media. Bien vale la pena el viaje.

Mándenos sus comentarios a

rmsandoval@live.com

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