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  • Artesanos de Tlaxcala en Oxnard, California.

    Artesanos de Tlaxcala en Oxnard, California.

  • Nicolás Flores muestra uno de los textiles tlaxcaltecas.

    Nicolás Flores muestra uno de los textiles tlaxcaltecas.

  • Sin mucho apoyo económico, los tlaxcaltecas promueven su artesanía en...

    Sin mucho apoyo económico, los tlaxcaltecas promueven su artesanía en distintos foros en California.

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Oxnard, California.- Ivan Bautista tiene 4 años de andar como “El llanero solitario” en Oxnard, California. Desde que se vino de su pueblo San Miguel Xaltipan, Tlaxcala, no ha dejado de pensar en su familia de artesanos, que es más que sus padres y hermanos. Es una familia donde su abuelita de 80 años, María del Rosario Nava, todavía trabaja “amarrando las orillas de los sarapes” y textiles que han dado fama mundial al estado.

“Somos una familia como de unos 50 o 60 artesanos. En San Miguel, el que no es artesano, no es nada”,dice en uno de los pasillos del Hotel Marriott de Oxnard donde se realiza una de las conferencias estatales de la organización de ciudadanos latinos LULAC, adonde llegó a promoveer el arte tlaxcalteca.

Como el “llanero solitario”, el artesano dice que solo se hace acompañar de su compañero Nicolás Flores, quien se encarga de recoger los textiles en Tijuana y transportarla a Oxnard, así como ayudarle en sus presentaciones. Son rebozos de colores metálicos turqueza, plateado, dorado, rojos, amarillos y verdes. Son también cobijas y tapetes como para competir con pinturas al oleo en las paredes.

A un lado de un telar antigüo que ha colocado en un rincón, a sus 35 años, Ivan explica que ese armatoste de madera es como aquellos que lo acompannaban en sus sueños infantiles.

“Nosotros, de niños, nos dormiamos debajo del telar, y, a veces, si trabajaban en la noche, con los movimientos a veces nos pegaban en la cabeza con los palitos”.

Esto era una posibilidad porque su madre, Doña Inés a veces se quedaba trabajando hasta las cuatro de la mañana esperando a que su esposo Isabel, que también era obrero de una fábrica de hilos.

En San Miguel no había horarios ni marcas para los artesanos. Aún así han sido tan productivos que Iván no se siente amenazado por la artesanía importada de China.

“Lo que hacemos, como es artesanía, no tiene marca”, dice “y como no teniamos patrones era un trabajo que podrías hacer a la hora que quisieras y hasta que el cuerpo aguante. Eso es algo que teníamos que hacer desde niños porque no había otra forma de vida”.

No tener patrones permite que su abuelita a su propio ritmo, amarre puntas de sarapes, y que los niños se entretengan jugando con los hilos de colores.

Los jóvenes son los que más le echan ganas e incluso pueden hacer que un telar de madera corra al ritmo de las modernas tejedoras eléctricas.

“Mi hermano Rubén es el más creativo. Puede hacer cualquier diseño con un telar nuevo o viejo Y eso que no estudió”.

Pero si alaba su creatividad “sin escuela”, eso no quiere decir que no aprecie la educación. Iván hizo varios annos de bachillerato y no lo terminó solo porque “no le entraba el inglés” ni con embudo. Aunque en Oxnard, California, esto se vaya convirtiendo casi como en una obligación.

En vísperas del día de San Bernardino Acontla, cuando todos los artesanos del municipio que lleva su nombre se reúnen a exhibir sus prendas, Ivan depende de su amigo Nicolás para que le traduzca lo que dicen sus clientes.

Con su telar de madera con el que algunas veces va a los colegios a enseñar el viejo arte de tejer colores y fibras, Iván está haciendo mucho por promover su estado, aunque no tenga visa de artista o de trabajador de la cultura.

Y cuando se el pregunta por qué no ha entrado a organizaciones o clubes oficiales, explica:

“Ellos hablan de pura política y dinero, yo solo quiero trabajar”.