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  • Especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) realizan...

    Especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) realizan trabajos de exploración y prospección arqueológica en El Ocote y Santiago, con lo cual se comienza a transformar el panorama de la historia prehispánica de esta zona. En la imagen, Cerro de los Tecuanes. EGV.

  • Especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) realizan...

    Especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) realizan trabajos de exploración y prospección arqueológica en El Ocote y Santiago, con lo cual se comienza a transformar el panorama de la historia prehispánica de esta zona. En la imagen, ornamentos de concha hallados en El Ocote. EGV.

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MÉXICO, D.F., junio 6 (EL UNIVERSAL).- Trabajos de exploración y prospección arqueológica en dos sitios inéditos del estado de Aguascalientes: El Ocote y Santiago, transforman el panorama que se tenía sobre la historia prehispánica de esta zona, la cual se pensaba de tránsito y no de asentamiento permanente, destacan investigaciones de expertos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta).

De acuerdo a la arqueóloga Ana María Pelz, del Centro INAH-Aguascalientes, los restos de cerámica, de habitaciones y de huesos humanos, descubiertos hacen que El Ocote y Santiago se sumen -con sus características propias- a un patrón urbano y estilístico común de asentamientos que florecieron entre los siglos VII y X d.C., en una región en la que convergen hoy los estados de Jalisco, Zacatecas, Guanajuato y San Luis Potosí.

La evidencia de arquitectura e incluso de material orgánico, como restos de maíz que señalan su actividad agrícola, permiten proponer que ambos sitios prehispánicos fueron asentamientos establecidos y no estacionales; y que además no corresponden en temporalidad al asentamiento de las tribus chichimecas en esta zona, toda vez que su presencia fue posterior.

Abundó Ana María Pelz, que conforme a fechamientos, el desarrollo de ambos lugares se dio principalmente entre los años 650 y 900 d.C., en el llamado periodo Epiclásico; de ahí que no es posible definir aún los grupos humanos que ahí vivieron, aunque es claro que son anteriores a tribus chichimecas como los caxcanes y guachichiles, que poblaron el área después del año 1000 d.C.

El Ocote y Santiago presentan un patrón semejante al de otros sitios en la región, el cual es evidente en los restos de construcciones de ambos, toda vez que se distribuyen alrededor y en la cima de cerros, caso particular de las elevaciones Los Tecuanes (en los límites con Jalisco) y de Santiago, éste último en el arranque de la Sierra Madre Occidental.

Tras las exploraciones sistemáticas en El Ocote, actualmente el proyecto arqueológico continúa con la fase de análisis de materiales por parte del arqueólogo Jorge Jiménez.

Mientras, en Santiago la prospección del área -en la que han participado el arqueólogo Nicolás Caretta, el biólogo Mario Pérez, y el geofísico Jorge Martínez-, ha permitido tener una idea de la extensión del asentamiento, al parecer, unas 300 hectáreas.

Ana María Pelz añadió que las temporadas de campo efectuadas en El Ocote, entre 2004 y 2006, arrojaron información que ha llevado a caracterizar su arquitectura, su cerámica y patrones funerarios, en un área de aproximadamente 60 hectáreas.

En la cima del Cerro de Los Tecuanes se ubican dos basamentos, y en terrazas que se despliegan en sus laderas, también se halla una serie de cimentaciones, aún no exploradas del todo.

Al pie de esa montaña se encontraron restos de bajareque (pared de palos entretejidos con cañas y barro) de lo que fueron complejos habitacionales.

En tales complejos se descubrieron 16 entierros humanos (adolescentes y adultos en su mayoría), cuyos esqueletos estaban colocados de lado y encogidos. La excepción la representa un entierro infantil que además se encontró en posición sedente.

Algunos de los enterramientos estaban acompañados con ofrendas que contenían materiales como obsidiana, turquesa y concha, lo que refiere a su estatus social y a las redes de intercambio que El Ocote pudo tener con sitios de lo que hoy es Jalisco, del suroeste de Estados Unidos y de la costa del Pacífico, entre 650 y el 900 d.C.

Los materiales cerámicos son los que han revelado particularmente esta conexión con los sitios; se han encontrado tiestos con decoraciones al negativo, de vasijas denominadas pseudocloissoné (de culturas que habitaron en el norte), de bases anulares y bordes revertidos en las ollas, abundó la arqueóloga.

Otra de las características importantes de El Ocote es que posee pintura rupestre, distribuida en un panel principal y cuatro menores, en uno de los paramentos del Cerro de Los Tecuanes y en la parte norte del sitio, en la que se observan representaciones antropomorfas y zoomorfas.

Cabe mencionar que restauradores del INAH atenderán en breve estas manifestaciones, a fin de controlar su deterioro por efectos de la intemperie.

Ana María Pelz subrayó que el sitio de Santiago se vislumbra como un punto importante en la región, no sólo por su extensión de 300 hectáreas sino por las dimensiones arquitectónicas de algunas de sus estructuras que aún están cubiertas por la maleza, pero que permiten reconocer la existencia de una cancha de juego de pelota.