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El futbol siempre ha sido su vida. Teylor Salazar jugaba descalzo en la calle en un rancho de Río Verde, San Luis Potosí, donde junto al “Pato”, la “Chiva”, la “Garza” y la “Rana celebraban goles y jugadas de pizarrón.
Hoy, junto con sus cinco hermanos, venden a los aficionados del Sur de California zapatos que incluso tienen compartimentos para un microchip que mide la velocidad de los jugadores.
“Ahora hay zapatos para todos los gustos y de todos los precios”, dice Salazar en la sucursal de Hawthorne. “Estos que cuestan unos 220 dólares pueden llevar chips para ver cuánto corrió el jugador”.
En plena temporada de pasión por el Mundial de Brasil 2014, reconoce que ahora mismo lo que se vende son las playeras, en particular las de la Selección Mexicana.
“De 10 playeras que se venden, 8 son del Tri”, dice.
CUBRIENDO UNA NECESIDAD
Los cinco Hermanos Salazar (Israel, Abel, Teylor, Marcelo y Jacobo) empezaron a abrir las tiendas como una necesidad de proveer el equipo necesario a los aficionados al futbol hace varias décadas cuando emigraron a los Estados Unidos y jugaban futbol.
“A todos nos ha gustado mucho. Yo aquí me puse mis primeros zapatos de futbol. Me gustaba ver jugar a mis hermanos y les acarreaba el agua y les ayudaba a poner las mallas a las porterías para que me dieran chance de jugar”.
“Al principio todo era muy rústico, las playeras era de acrilán y raspaban mucho. La primera tienda que abrimos fue la de Santa Ana en 1979, que está ahí en la Calle Primera y Bristol. Luego se abrieron las de Huntington Park, Hawthorne, Ontario y Este de Los Angeles”, recuerda.
La formación de clubes de futbol en el Sur de California es una de las formas de integración social de las comunidades inmigrantes. Algunas veces los equipos reflejan los nombres de los pueblos y regiones de origen (Coras, Atlético Jalisco-), otras veces los equipos más admirados como el Barcelona, Real Madrid, Pumas, Tigres-
En cualquier caso, las Tiendas Salazar, así como otras, ofrecen los uniformes necesarios para el equipo. Y no solo eso, también coordinan una Liga de Futbol, la Continental, que utiliza las instalaciones de escuelas y canchas públicas.
“Nosotros tenemos una lista de los colores de los uniformes y nos coordinamos para que no se repitan. En nuestra liga tenemos todas las divisiones y pagamos por el uso de las instalaciones ($150 dls/hora)”.
Lamenta que las ciudades no sean más participativas en algo que no solamente integra a las familias, sino que contribuye la salud de las comunidades. Pero, de cualquier forma, las ligas se han sostenido durante mucho tiempo por esfuerzos propios.
Comparando sus tiempos infantiles con los de ahora, reconoce lo cómodo que es jugar futbol.
Mostrando unos zapatos ligerísimos de material industrial, recuerda cuando los tachones eran clavados y los balones de cuero.
“Los niños y adultos son muy afortunados en tener tantas cosas. Yo, hasta aquí, cuando empecé a jugar en un equipo de Orange, tuve mis primeros zapatos, a los 16 años”.
Pero la verdad es que la práctica del futbol es algo mucho más barato que cualquier otro deporte.
“No es lo mismo comprar un casco protector para jugar futbol americano, que un protector de ‘huevos'”, dice.
LAS REGIONES DEL SOCCER
En tiempos de Internet, Los Salazar no son los únicos que suministran uniformes accesorios para los futbolistas. Abriendo la web, se pueden encontrar sitios como www.futbolmundial.com que tienen una variedad de estos.
El problema es que están basados en Carolina del Norte y no tienen tiendas dónde vender.
“Nosotros solo vendemos por Internet”, dice una empleada que contesta la llamada.
En el caso de los Salazar, no solamente están en las comunidades hispanas, sino que la oferta y demanda refleja la dinámica propia de cada ciudad.
“Aquí en Hawthorne se venden playeras del Tri y de Honduras”, dice Salazar.
En la actualidad, la Liga Continental que es coordinada por los Hermanos Salazar, agrupa 300 equipo con alrededor de 20 jugadores cada uno, según cuenta Israel, el hermano mayor, que atiende el Condado de Orange.
“A mí me ha tocado más la parte de la organización”, dice Israel (52). “Yo a los 18 años fui el secretario más joven de la Liga de Orange, en los 80’s. Nuestro equipo era el Atlético Potosino. Para entonces solo había tres ligas. Ahora hay 15”.
Cuando se le pregunta sobre las dificultades para convencer a la gente para que haga deporte, considera que el problema no es la falta de motivación.
“Todos quieren jugar, a todos les gusta ir a los partidos, es una forma muy bonita de convivir”.
Además, considera que ahora los campos han mejorado mucho.
“Al principio estaban muy cerrados en los distritos (escolares) para prestarnos las canchas. Hoy, eso se ha facilitado mucho, e incluso tenemos campos sintéticos”.
