Skip to content
Author
PUBLISHED: | UPDATED:

15 sep.- La hipotética reforma migratoria ha ido perdiendo fuerza, al menos por el momento. Los republicanos continúan culpando al presidente, Barack Obama, mientras los demócratas señalan a sus adversarios como responsables, y una ley del Congreso parece ahora más distante que los antípodas.

Y la deseada orden ejecutiva del presidente duerme el sueño de los justos aguardando una algo fantasiosa resurrección para después de los comicios parciales de noviembre. El presidente teme a la reacción adversa de los votantes en estados decisivos para la elección de senadores.

Y no se trata de que el asunto haya sido sumergido en las procelosas aguas de la actualidad internacional. La mayor atención se dedica, como parece lógico y razonable, a la crisis de Oriente Medio y a una anunciada “coalición” o proyecto de realineamiento regional para enfrentar a ISIS.

El otro asunto son los enfrentamientos armados en Ucrania y su algo imaginaria solución mediante acuerdos o sanciones. Pero en lo que se refiere a inmigración, los políticos que pueden decidir no se arriesgan a propiciar legislación antes de las elecciones congresuales, y ese parece ser el factor predominante.

Llueven los comentarios acerca de quién sufrirá más por todo esto, los republicanos o los demócratas. Cualquier señalamiento merece matizarse. Los republicanos no obtendrán una mayoría del voto hispano en estas elecciones. La gran mayoría de sus políticos se han encargado de dañar la imagen de su partido entre los hispanos cuando han opinado. Y los demócratas, aún con una casi asegurada mayoría de sufragios entre los latinos, no lograrían llevar a estos a las urnas en cantidades suficientes como para influir decisivamente en el resultado final.

Los demócratas pueden sentirse algo más tranquilos al recordar que Obama no puede aspirar a encabezar su fórmula presidencial en 2016 y ya se están produciendo críticas al presidente por parte de influyentes políticos demócratas con vista a las elecciones del 2014.

Las promesas de Obama sobre algunos temas pueden haberse cumplido hasta cierto punto, pero las dirigidas a los hispanos dejan mucho que desear hasta en cuanto a un cumplimiento mínimo. Más allá de favorecer algunos casos en particular, se impone la realidad de que el presidente no se ha esforzado suficientemente como para lograr la reforma migratoria. Además, este mandatario ha deportado más indocumentados que cualquier otro gobernante del país.

Nada de lo anterior hará que los demócratas pierdan su mayoría del voto latino, pero cada día es más visible la falta de entusiasmo de los mismos, lo cual pudiera contribuir indirectamente a la victoria republicana que se vislumbra ya en el 2014.

Los demócratas perderán algunos senadores y congresistas. Tristemente para ellos, ese sería quizás el mejor de los casos pues es hasta posible que pierdan la mayoría senatorial y un número significativo de miembros de su minoría cameral. Debe tenerse en cuenta, como se ha señalado en otros artículos, que hace tiempo que las parciales favorecen ligeramente a los republicanos y las presidenciales a los demócratas por cuestiones relacionadas con el tipo de votante que acude a las mismas.

Ahora bien, el tema de inmigración y urnas electorales no está destinado a desaparecer o a disminuir como un factor importante para 2014.

Si Obama dispuso de un fabuloso equipo encabezado por David Axelrod que hizo posible sus triunfos de 2008 y 2012, la probable candidata demócrata en 2016, la exsecretaria de Estado Hillary Clinton dispondrá no sólo de la experiencia recibida con su derrota en las primarias de 2008, comicios que perdió con una casi insignificante diferencia en el número de delegados a la convención partidista, sino que disfrutará de la casi ilimitada capacidad de su esposo, el expresidente Bill Clinton, para escoger temas y utilizarlos para su beneficio.

El tema migratorio sería mejor manejado por Clinton que por los actuales asesores de Obama. El expresidente demócrata tiene fama de haber trabajado con la mayoría republicana que dominó el Congreso durante seis de los ocho años de su mandato y así pasar legislación. Si Obama fue un candidato con el apoyo casi total de la comunidad de afrodescendientes, los Clinton aprovecharían la ausencia de una reforma migratoria para hacer de Hillary la candidata de los hispanos.

Por supuesto, lo anterior depende de si se aprueba o no la reforma migratoria antes de las elecciones presidenciales. Además, en caso de aprobarse, sería necesario determinar si su contenido sería del todo aceptable para los votantes hispanos y la comunidad latina en general.

Y son posibles otros escenarios. Los republicanos pudieran postular como vicepresidente al senador Marco Rubio y los demócratas al senador Bob Menéndez. También pudiera aparecer en el entorno el exgobernador Jeb Bush, con su esposa mexicanoamericana y su dominio del español.

El tema de la inmigración seguirá pasando por el de las elecciones y es mejor no predecir su futuro ante tanta incertidumbre.

Marcos Antonio Ramos es Miembro de número de la Academia Norteamericana de la Lengua Española.

(Las tribunas expresan la opinión de los autores, sin que EFE comparta necesariamente sus puntos de vista)