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SEXO Y SOCIEDAD: “Nunca pensamos que nuestro amor llevaría al Supremo el matrimonio gay”, enfermeras April DeBoer y Jayne Rowse

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Washington, 28 abr (EFEUSA).- Las enfermeras April DeBoer y Jayne Rowse, pareja desde hace más de 10 años, nunca pensaron en que su amor y el que sienten por sus cuatro hijos adoptivos sería el primer caso que estudiaría hoy el Tribunal Supremo para decidir si legaliza a nivel federal el matrimonio gay.

Horas antes de traspasar las columnas de la fachada oeste de la Corte Suprema, la pareja aseguró a Efe en una entrevista que su principal objetivo es conseguir que los nueve jueces del Supremo entiendan que todas las personas, sin importar su condición sexual, tienen el mismo derecho a casarse y cuidar de sus hijos.

“Cuando subamos las escaleras y andemos por debajo de esos pilares, queremos que las letras inscritas en la roca de ‘Igualdad de Justicia bajo la Ley’ se hagan realidad y que, en este país, logremos realmente igualdad para tener una familia”, destacó Rowse, a las puertas de su hotel en Washington.

Su lucha por el derecho al matrimonio llegó a una corte por primera vez en 2012, aunque la pareja tomó la decisión de “hacer algo” una noche de 2011, cuando iban de camino a su casa, en Detroit (Michigan), en el medio oeste del país, y un camión casi golpea el vehículo en el que viajaban tras desviarse de su carril.

Conversaron y se dieron cuenta de que el Gobierno de Michigan no veía a los cuatro niños como hijos de la pareja porque DeBoer tiene la custodia legal de las dos chicas y Rowse, la de los dos niños, de forma que si algo le ocurría a una de las madres, la otra no tendría derechos legales sobre el resto de los pequeños.

“Estamos nerviosas, intimidades y asustadas”, describen, pero “seguras” de un proceso en el que el juez Bernard A. Friedman jugó un papel clave al invitar a ambas a unirse a los otros tres casos que el Supremo estudiará hoy para decidir sobre la legalidad de las uniones gais en todo el país.

“Cuando el juez Friedman nos sugirió que desafiáramos la prohibición de nuestro matrimonio, nos miramos la una a la otra y no supimos qué decir. Nos dio 10 días para decidir y lo hablamos una y otra vez durante nueve días y medio”, relata Rowse, recordando aquellos “largos días” de agosto de 2012.

“Hablamos de lo que podía pasar con nuestro caso, de todas las diferentes opciones, pero nunca pensamos que nuestro amor podría llegar hasta aquí”, añade.

A más de 800 kilómetros de su casa en Detroit, DeBoer aseguró que decidieron continuar porque la idea de dejar desprotegidos a sus hijos, dos de ellos con necesidades especiales, era mucho más “terrorífica” que el desafío de cuatro años de proceso judicial o, incluso, la posibilidad de que el Supremo no les respaldara.

“Somos optimistas, ¿cómo no podemos serlo? Hemos llegado tan lejos. El país ha cambiado la mirada y el sentimiento. Somos muy optimistas, somos enfermeras y nuestras vidas están construidas en torno a un optimismo eterno. Siempre tenemos esperanza en los mejores resultados y está vez creemos que así será”, destacó DeBoer.

Su caso, el que concierne al estado de Michigan, será el primero que escuchen los nueve jueces de la máxima instancia judicial del país, ante los que desfilarán en las siguientes dos horas otros tres casos de alto perfil de los estados de Kentucky, Ohio y Tennessee.

“Nos sentimos muy honradas de ser el rostro de la comunidad de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales (LGTB)”, aseguró Rose, que tildó de “abrumador” el apoyo que han recibido de asociaciones como National Marriage Challenge (NMC), que les ayudó a financiar el litigio.

La decisión del Supremo no se conocerá hasta finales de junio y, si falla a su favor, Rowse asegura que llorarán, abrazarán a los niños y saldrán a la calle a celebrar la victoria con todas las personas que les han apoyado en los buenos y malos momentos del proceso.

“Bueno, y después de eso ¿no deberíamos de planear una boda?”, le pregunta DeBoer a su pareja, que ríe y asegura que, con cuatro niños y un caso que podría hacer historia, todavía no han tenido tiempo de pensar en los preparativos ni en hacer la cuenta de los invitados. EFEUSA