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Muy buenas noticias se recibieron por parte del senado estadounidense esta tarde, cuando por votación, se decidió no otorgar el libre pase (‘Fast Track’) al Tratado Trans Pacifico (TPP in inglés) que el presidente Obama está tratando de implementar sin cambio alguno.

Organizaciones civiles como ‘Democracia Ahora’ celebraron esta decisión del senado, el cual con 60 votos de diferencia, pudo bloquear la medida.

El voto del senado hubiera generado un momentum necesario para su voto en el TPP en el congreso, donde no solo la facción demócrata está en su contra, sino también una significativa porción de la republicana.

El TPP es, en muchos puntos, peor que el Tratado de Libre Comercio (TLC) que trajera a la mesa el ex presidente George H. W. Bush entre toda América. El actual acuerdo no solo busca facilitar la exportación de empleos a zonas con poca regulación y bajos sueldos, también se intenta desbancar las leyes locales de todos los países que se integraron a él. Los trabajadores locales verían sus trabajos esfumarse y los sueldos en picada, mientras que los negocios pequeños podrían a su vez verse afectados, ya que los mayores beneficiados del TPP serían las empresas trasnacionales, contra las cuales les sería imposible competir.

El TPP a su vez, invalidaría la capacidad de cada gobierno de limitar la extracción de recursos por causas ambientales y de prohibir o regular alimentos tan controversiales como los transgénicos en un futuro.

Esta y otras cosas hacen que el TPP no sea visto con buenos ojos por trabajadores de clase baja y media y por organizaciones civiles.

Pero pesar de esta victoria temporal, dichas organizaciones saben que aún hay una lucha por delante.

La presión de las trasnacionales es bastante, tanto así que Obama está también ejerciéndola desde su silla para que el TPP no sea alterado y se acepte tal como lo formularon los grandes empresarios.

En mi humilde opinión, la regla para aceptar o vetar un tratado de esta magnitud debería ser: si no es en beneficio de la mayoría, es simplemente inaceptable. Mejor aún, un acuerdo de tal envergadura debería ser no solo transparente; sino también modificable según las necesidades de los pueblos, dos cosas que el TPP claramente no ha tenido desde su concepción.