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    Una visitante se prueba un sombrero bajo máscaras de lucha libre en Olvera Street, en el centro de Los AngelesA, el martes, 12 de mayo, 2015.

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    Olvera Street, en el centro de Los Angeles, martes, 12 de mayo, 2015.

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    Armando Murillo ayuda a los clientes en su tienda en Olvera Street, en el centro de Los Angeles, martes, 12 de mayo,2015.

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En la tienda “Hecha con cariño”, la empleada ofrece “milagritos” de $1.95 más impuestos. Dice que antes los “milagritos” que más buscaba la gente eran las cabezas, por las embolias; los riñones, por las complicaciones de la diabetes; los corazones, por los infartos…

“Pero últimamente ya son los cuerpos enteros, porque son muchas las cosas que les pasan”, dice.

Aunque los milagritos, esas figuritas metálicas que se cuelgan en iglesias, cuestan lo que un boleto del bus, lo cierto es que se trata de las pocas cosas que muchos visitantes pueden comprar.

La economía del país ha mejorado, pero no todos los vendedores de la Calle Olvera lo ven así.

No importa que en Abril se hayan creado 233,000 empleos nuevos y que desde hace varios meses se haya dejado atrás la crisis, para Steve, el vendedor de billeteras y otros artículos de piel, eso no es creíble.

“¿Quién te dijo esa mentira?”, contesta con una pregunta, cuando se busca conocer su opinión con respecto al nivel de consumo en ese icónico lugar del centro de Los Angeles.

“Esto es horrible”, prosigue, “todos los días vengo preocupado en solamente hacer unos dólares para mantener el puesto, mientras que la ciudad sube las rentas y los impuestos”.

Sin querer dar su apellido, simplemente diciendo que está en la Olvera desde 1941, Steve dice que la economía no está aún como para que la gente salga a gastar unos cuantos dólares en artesanía y distracción.

Sin embargo, Carmen Muñoz, cree que, al menos “está mejor que otros años”.

Muñoz quien vende “tarugos”, alfajor, jamoncillo, camote y otros dulces mexicanos tradicionales en su puesto, cree que lo caro del estacionamiento es lo que hace que mucha gente no venga con frecuencia.

La Calle Olvera es una mezcla de negocios que van desde los más elementales, con ventas de dulces, antojitos y mercadería barata, hasta tiendas donde se exhiben piezas de artesanía más cara que atraen a los turistas, o el consumo en restaurantes adonde llegan funcionarios del City Hall.

“Mira, en otros años, para estas fechas ya teníamos contratos para cantar, y ahorita no hay nada”, dijo hace unos días el dueto “La Alegría de la Olvera”, formado por Juan Valdez y Meche Cruz.

“Ahorita hemos ganado 6 dólares”, dijo Juan un viernes, pasado el mediodía.

Es difícil saber si lo que tiene en apuros a muchos comerciantes es simplemente el hecho de que la mercancía ya está muy “choteada”, o realmente el consumo no se ha levantado desde que se sufrió la peor crisis económica desde la Gran Recesión.

Muchos consideran que desde que se abrió la Plaza México de Lynwood el “comercio de la nostalgia” que era atraído a la Olvera se enfrentó a una mayor competencia. Aunque Mario Cárdenas, director de esa plaza, reconocía hace unos meses que el carácter histórico de la Olvera nunca dejará de ser su principal atractivo.

“Yo vengo aquí desde Santa Ana, porque me interesa la cultura y la artesanía”, dijo Griselda Maldonado en una visita a la tienda “Hecha con Cariño”. “Yo no siento que haya bajado la clientela, yo he venido los fines de semana y esto está lleno de familias”.

Sin embargo, para el comerciante René Gutiérrez, la cultura no necesariamente se traduce en ventas.

“Aquí, el Cinco de Mayo no hubo nada”, asegura. “Lo que nos ayuda es la llegada de turistas. Sin ellos nos vendríamos la quiebra”.

Aun así, dice que ahora los turistas no son como los de antes que se llevaban una pieza artesanal de “recuerdito” de sus viajes.

“Ahora como todos tienen celulares para tomar fotos, solamente toman fotos para llevárselas de recuerdo. Lo que también ha pasado es que ahora, al norteamericano no le atrae el Cinco de Mayo, sino el Día de los Muertos”, explica.

De acuerdo a la National Governors Association NGA.org) “el arte y cultura son importantes para las economías estatales”, ya que generan beneficios fiscales directos a los estados y las comunidades, atraen inversiones y turismo.

Sin embargo, lo que se ha visto en la Calle Olvera es que mientras que organizaciones como la Fundación Getty ayudan en mega proyectos como la restauración del mural del pintor David Alfaro Siqueiros, el impulso a la artesanía local y su distribución ha quedado en el desamparo.

Ahora ni siquiera se puede decir que la mayor parte del arte popular sea hecho en México, sino en China, incluyendo las vírgenes de Guadalupe.

“Estos dulces mexicanos si son hechos aquí en Los Angeles”, dice Carmen Muñoz, “pero por gente de Puebla”.

Es muy probable que si se estimulara una mayor producción artesanal local, jóvenes como Edith Rivas, no la hubieran pasado tan mal en la pasada crisis económica.

La empleada de una tienda de guitarritas y guaraches, dice que la economía “ya no está tan mal”, pero en la pasada crisis su familia perdió el empleo.

“Mi papá se quedó sin trabajo, mi mamá también- Todos nos quedamos sin trabajo, pero ahorita las cosas van mejorando”, dijo.

Andrés Quiñones, con más de 25 años en un puesto que ahora tiene bolsas de cuero, considera que los peores años para los comerciantes fueron entre el 2009 y 2010.

“Estuvo mal, pero ahora se va recuperando”, dice.

“Pero para mí no”, agrega Reynaldo Verduzco, en otra tienda donde se venden cruces artesanales y arte religioso, entre otras cosas. “Yo apenas saco para la renta (3,800 dls./mensuales). Ya tiene mucho tiempo que las ventas están malas”.

Verduzco, quien tiene 21 años en su negocio, interrumpe la plática para atender a un turista que solo compra una tarjeta postal de 40 centavos.

“¿Ve lo que le digo?… La gente no gasta. Entran y salen. Por más que le meta mercancía, se queda atorada. Hoy, apenas vendí 30 dólares”, dice en un viernes, alrededor de las 2 de la tarde.

Más optimista es Armando Murillo, quien atiende la tienda-taller de artesanía de cuero que inició su padre Manuel.

“Yo soy un artesano y vivo con fe. Aquí las cosas estuvieron mal del 2007 al 2008, pero ahora estamos bien”, dice Armando en un negocio familiar establecido desde hace 45 años.

Jose.fuentes@impactousa.com