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Jugadores de Gallos Blancos celebran su pase a la final tras derrotar 2 a 0 a Pachuca hoy, domingo 24 de mayo de 2015, durante el juego de vuelta de las semifinales del Torneo Clausura, realizado en el estadio Corregidora, en la ciudad de Querétaro (México).
Jugadores de Gallos Blancos celebran su pase a la final tras derrotar 2 a 0 a Pachuca hoy, domingo 24 de mayo de 2015, durante el juego de vuelta de las semifinales del Torneo Clausura, realizado en el estadio Corregidora, en la ciudad de Querétaro (México).
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QUERÉTARO, Qro., mayo 24 (EL UNIVERSAL).- Bastó que Jonathan Bornstein se enfilara hacia el arco visitante para que Víctor Manuel Vucetich levantara las manos. El genuino “Rey Midas” del futbol mexicano sabía que lo más difícil estaba hecho.

Nuevo éxito de un hombre que hace honor a su mote. Ha convertido en oro a los Gallos Blancos, cuya victoria (2-0 en la vuelta, 2-2 global) los catapultó hacia su primera final en la historia. El rival será el Santos Laguna.

Eso explicó el delirio colectivo en el estadio Corregidora tras el silbatazo final del árbitro Roberto García. Las incesantes gotas pasaron desapercibidas. El líquido que corrió por las mejillas queretanas fue néctar de la felicidad, no lluvia.

Vucetich volvió a demostrar que es un genio en el mundillo de la fase final. Aprendió de los errores y unos cuantos ajustes bastaron para cambiar el rostro de un equipo que se estrenará en la serie por el título y el plano internacional. Avanzar a la siguiente ronda dio al Querétaro un boleto a la Liga de Campeones de la Concacaf 2015-16, certamen en el que le acompañarán el América, los Tigres y los Guerreros.

Logro conseguido con un pequeño empujón, ése que desató la cólera de Diego Alonso. Justo cuando la multitud celebraba la anotación que significó seguir con vida, Ariel Nahuelpán dribló al meta Tiago Volpi, quien alcanzó a hacer contacto con él. García no señaló penalti. Polémica jugada que marcó el rumbo de la eliminatoria.

No así el delirio de los seguidores locales, quienes disfrutaron el panorama impensado para una institución habituada al sufrimiento. La noche del domingo también sufrió, pero esos nervios se gozaron. No estaba en juego perder la categoría. Lo que buscaba era hacer historia- Sin importar que su máxima figura se quedara entre los suplentes.

El experimentado estratega también obsequió una cátedra de valor. El berrinche del jueves en el Hidalgo costó a Ronaldinho ver el partido a un costado de la banda y uno que otro abucheo.

Ahí, en la lúgubre banca, el hechicero de la enigmática sonrisa pareció inmutable- Hasta que Bornstein aprovechó aquella “joya” labrada por “Danilinho”. Preciso servicio que el lateral izquierdo estadounidense cristalizó en el gol de la clasificación a la final, al 49′.

El californiano llegó a la hoy llamada Liga MX hace un lustro. Jamás había estremecido las redes adversarias. Por eso, se quedó sin voz por el festejo de su implacable zurdazo.

Tanto valioso, catártico, porque los locales recuperaron la confianza extraviada después de aquel terrorífico primer tiempo en Pachuca, pero no le alcanzó para ser el héroe. Ese traje perteneció a Vucetich, quien apostó por Ángel Sepúlveda para sustituir a ese chico de ensortijada cabellera, enorme ego y cartera repleta. Como suele pasar, no se equivocó.

El canterano del Morelia aportó el arrojo necesario para hacer sentir visitantes a los Tuzos desde el primer segundo. Aquel zapatazo que se estrelló en el larguero hidalguense, previo desvío de Óscar Pérez, fue el preludio del éxtasis, que llegó cuando el michoacano sacó ventaja de la displicencia de Aquivaldo Mosquera y el resbalón de Miguel Herrera Equihua. Su definición no fue la mejor, mas el “Conejo” no metió las manos correctamente y el balón se le escurrió, al minuto 12.

Primer gran festejo del “Rey Midas”, quien intercambió miradas con sus auxiliares Sergio Lugo y Jaime Ordiales. Apenas empezaba el juego, pero el ex director técnico intuía otra de esas noches mágicas de Liguilla.

Lo comprobó con el zapatazo de Bornstein, más allá del sufrimiento experimentado durante el cuarto de hora final, ése en el que el Pachuca amagó con otro desenlace de infarto.

Sólo fue el intento, porque Víctor Manuel sabe cuándo se cierran los partidos. Dirigirá su séptima final de Liga (cinco títulos), primera con el Querétaro, club en el que ya hizo historia- Sin necesidad de utilizar a Ronaldinho.