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Raúl Martínez-Sandoval is a graphic designer for Excelsior, La Prensa and SCNG.
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No hace mucho leí una nota periodística que hablaba de la calidad del aire en California. En esta, se hacía comparación con los mayores niveles de contaminación que había en los 80. Inclusive se decía que en la actualidad habían menos enfermos por enfermedades respiratorias.

Sin embargo, un reporte reciente sobre la Condición del Aire 2016 de la Asociación Americana del Pulmón, menciona que ocho de cada diez californianos viven en condados que tienen niveles de contaminación de ozono o material de partículas que son nocivas para la salud, esto a pesar de las mejoras hechas hasta ahora.

Ciudades como Bakersfield, Long Beach, Riverside, Fresno, Madera, Modesto y otras, ocuparon los lugares como las más contaminadas a nivel nacional en una lista hecha para el mismo reporte.

Según este reporte, “los problemas persistentes de la contaminación en California se deben principalmente a las emisiones provocadas por medios de transportación, como automóviles, camiones y autobuses de diésel, locomotoras, barcos, equipo agrícola y otras fuentes como las refinerías de petróleo, fábricas, quema de leña en áreas residenciales e incendios forestales. Las condiciones meteorológicas, el calor y la geografía de California facilitan la formación de esmog y de hollín.”

De acuerdo al estudio, más del 80% de los californianos viven todavía en zonas saturadas de aire nocivo para la salud.

Los efectos de la polución en el aire en la salud son diversos.

Afecciones como inflamación pulmonar, infecciones, daño cardiovascular, cáncer de pulmón, asma, daños reproductivos y de desarrollo y hasta muerte prematura, se cuentan entre los padecimientos de aquellos que viven en zonas más contaminadas.

Y curiosamente, las áreas más polutas suelen ser las más pobres.

Entre las personas más expuestas al ozono se encuentran niños, adolescentes, ancianos, personas con enfermedades respiratorias o cardiovasculares y -algo que pocos se paran a analizar- personas que ejercitan, trabajan al aire libre, o que tienen bajos ingresos.

Esto último es digno de considerarse, ya que aquellos que ganan poco, suelen buscar vivienda en áreas pobres en las que impera la industria y faltan las zonas verdes.

Apenas el año pasado, en la ciudad de Maywood California, miembros de la organización Padres Unidos de Maywood (PUMA) se quejaron de la planta de la empresa Matheson TriGas. Las activistas aseguraban que el aire contaminado provocaba problemas de salud en su población y denunciaban que, debido a que la mayoría de los residentes eran hispanos, las autoridades medioambientales no ponían interés en atajar el problema.

Volviendo a la nota que leí, es cierto, sí hemos mejorado en cuanto a calidad del aire en comparación con los años 80; aunque no tanto como quisiéramos.

Si bien Los Angeles redujo sus niveles de contaminación en un 90%, aún sigue estando contaminada, tanto así que todavía no pasa los estándares nacionales. Por su parte, el Sur de California, con claras excepciones como Long Beach, está mucho mejor que otras ciudades en el estado.

Aquella nota que leí, claramente no mencionaba muchas cosas de las que me entere después gracias al estudio de Asociación Americana del Pulmón. Por el contrario, resaltaba cosas positivas, aunque omitía muchas otras no tan buenas.

Su ciudad no necesita estar en la lista de las más polutas.

El simple hecho de vivir en áreas donde haya industria que emita contaminantes como la petrolífera, es suficiente como para evitar ejercitar al exterior o trabajar al aire libre tanto como sea posible.

Reporte en Español

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