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Lo primero es: nada.

Cercanos a los 70 años, ambos candidatos ya han hecho lo suficiente como para que se conozca la mayor parte de sus vidas.

Uno especulando con el dinero.

La otra vinculada al servicio social y a la administración pública.

Ambos, desde sus respectivas ideologías han tenido aciertos y errores.

Sin embargo, no es lo mismo hacer seminarios y especular con las propiedades o irse a la quiebra, mientras las familias pierden sus casas en la Gran Recesión, que cometer el error de no usar adecuadamente los correos electrónicos y cobrar varios miles de dólares por una conferencia.

El debate que incluso un asesor de Trump lo presentó como un gran “show” podría poner de relevancia la habilidad para usar metáforas, símiles, figuras retóricas- salpicadas de dos o tres cifras, pero no cambiará sustancialmente lo que ambos son.

Los meses anteriores a este debate no los cambiaron, no lo hará una semana de preparación.

El votante inteligente verá esto como una fresa en el pastel, pero el pastel ya está ahí.

La brevedad para las preguntas y respuestas ordinariamente en un debate honesto conducirían a entender conceptos como la función del Estado en la actualidad, los Derechos a la Salud y la Educación-

Pero en la forma en que esto se ha dado, entre una “personalidad” de la televisión y los negocios, y una funcionaria, es muy improbable que logre este entendimiento.

Mejor piense en lo que ambos han sido en estos casi 70 años, y vote por lo que le dicen sus valores morales, y su entendimiento.