Skip to content
Author

No hay un solo tipo de familia. Hay varios modelos.

La familia puede impulsar los cambios, u obstaculizarlos.

En esto, hay cosas buenas y malas.

La tradición debe romperse, si esta significa detener el desarrollo de las mujeres o no valorar los riesgos necesarios de una profesión.

El respeto a los mayores y a los menores, a los más vulnerables, trasciende las generaciones.

Dentro de todo eso, nunca falta:

El exhibicionista en las Redes Sociales, el que cambia de religión pero disfruta las pachangas navideñas, el chiquiado, el tacaño, la que se comió la torta antes del recreo, el valemadrista, el mandilón que se va temprano de la fiesta, las criticonas, los lambiscones, los aduladores de primas, el borracho de alquiler, la “drama queen”, la “no me envidien por guapa”, el primo que cree que “a la prima se le arrima”, el que anuncia su cumpleaños, pero “no presta pa’ la orquesta”, los tíos y tías que siempre ven más grandes a los sobrinos, o más gordos o más flacos, los que son más chismosos que el Facebook, las nostálgicas de los niños y niñas que crecieron, los metidos, los “chambrosos”, los indiscretos y taimados, los que hasta el primer seis de cerveza dicen algo, los que a la segunda cerveza ya le andan echando piropos a la comadre, o a las primas, los que se juntan para conversar…. pero con el teléfono celular y que ignoran a los demás, los que prometen lo que no cumplen, los que no visitan porque “les hicieron caras”, los “persignados” y cochambrosos latentes-

Dentro de todo eso, en esta temporada de fin de año, vale la pena juntarse, y si es antes, mejor que después.

Felices fiestas.