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En la película “All About Schmidt”, un viudo en crisis moral se ve reconfortado cuando recibe una carta de un niño de Africa que recibió un pequeño donativo para sus alimentos y educación.

Al solitario personaje representado por Jack Nicholson, al que ni siquiera su única hija le manifiesta su afecto, se le salen las lágrimas al recibir una carta de agradecimiento.

Los gobiernos norteamericanos han insistido en subrayar el liderazgo económico y moral de la nación más rica en el mundo.

Antes de la Invasión a Irak, en la Asamblea de las Naciones Unidas, se insistió una y otra vez, que el argumento moral era el de impedirle a Sadam Hussein el uso de las “armas de destrucción masiva”.

Con bombas e invasiones, o con cheques de 15 dólares mensuales a los niños pobres, el país con una mayor concentración de riqueza busca demostrar una superioridad no solo económica y militar, sino moral.

Y ¿qué hacen los demás países?

La ONU firmó en Ginebra una Declaración para proteger a la población más vulnerable del planeta, el futuro de la Humanidad.

En el Principio 1, se dice: “El niño disfrutará de todos los derechos enunciados en esta Declaración. Estos derechos serán reconocidos a todos los niños sin excepción alguna ni distinción o discriminación por motivos de raza, color, sexo, idioma, religión, opiniones políticas o de otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento u otra condición, ya sea del propio niño o de su familia”.

La Declaración de 1924 y ratificada en 1989 solo a tenido un pequeño problema. De los 195 Estados Soberanos, incluyendo un “paisito” como Togo, solo tres no han ratificado su acuerdo: Estados Unidos, Somalia y Sudán del Sur.

La organización Humanium, que se dedica a apadrinar niños en el mundo humanium.org) , trata de explicar por qué la nación más rica del planeta, no se ha comprometido a proteger del abuso a los niños, como todos sus socios más ricos.

“A pesar de haber firmado la Convención sobre los Derechos del Niño el 16 de febrero de 1995, Estados Unidos siguen sin estar sujetos a ella hasta el día de hoy. Estados Unidos no ha ratificado la Convención porque ciertos Estados desean reservarse el derecho a dictar pena de muerte a menores de edad. Hasta el año 2005, la Corte Suprema de Estados Unidos sostuvo que era constitucional que los gobiernos estatales ejecutaran niños”.

En un país de inmigrantes, donde los presidentes firman con la mano en la Biblia proteger la justicia, pareciera no ser un mayor problema estar de acuerdo en el Principio 10 de los Derechos del Niño:

“El niño debe ser protegido contra las prácticas que puedan fomentar la discriminación racial, religiosa o de cualquier otra índole. Debe ser educado en un espíritu de comprensión, tolerancia, amistad entre los pueblos, paz y fraternidad universal, y con plena conciencia de que debe consagrar sus energías y aptitudes al servicio de sus semejantes”.

Eso, la mayoría de los norteamericanos, los que van a misa y los que nó, lo entienden.

Pero en tiempos de la retórica trumpiana, hay quienes han salido del closet.

Joseph Turner, un activista californiano en contra de la inmigración indocumentada, está buscando respaldo entre votantes para prohibir que niños sin estatus legal estudien en las escuelas públicas.

“Estoy cansado de que nos roben la educación de nuestros hijos para pagar la educación de los extranjeros ilegales”, dijo a Efe Turner, de American Children First.