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Raúl Martínez-Sandoval is a graphic designer for Excelsior, La Prensa and SCNG.
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Si usted es de los que se preocupan por comer cosas saludables, le voy a dar un consejo: es mejor mantenerse informado que confiarse. ¿A qué me refiero con esto? Hay que tratar de conocer lo que se consume, pues las cosas no siempre son lo que aparentan.

Apenas en diciembre del 2016, una embarcación transportaba frijol de soja desde Turquía a EE.UU. Pero en algún punto del camino, dicha carga se transformó, de manera ‘milagrosa’, en soja orgánica, según un artículo del periódico The Washington Post.

La verdad es que el único cambio milagroso real que tuvieron dichas semillas fue en el precio, el cual subió a más del doble. Certificaciones fueron forjadas. Documentos inventados de la nada. Y de esta forma, 21 millones de semillas bañadas en pesticidas fueron distribuidas en el mercado como orgánicas.

La importación de productos y los procesos poco rígidos para asegurarse de que se obtiene lo que se está pagando cuando se compra de otros países es un problema muy grande. Uno de esas naciones que importan gran cantidad de cosas a EE.UU. es China, donde el agua y la tierra están tan polutas que aunque se quiera sembrar orgánico, al regar esas cosechas, los pesticidas y otros tóxicos en el agua terminan estando en el producto final. Turquía, por su parte, es uno de los importadores de soja y maíz más grande que tenemos.

En nuestro país, las autoridades vigilan que los productos locales que portan el sello de orgánico, realmente lo sean. Esto a través de un monitoreo constante y de pruebas que muestren la nula o baja proporción de pesticidas. La gran diferencia con las granjas foráneas, es que estas pueden contratar su propio certificador y rara vez se hacen pruebas de laboratorio para demostrar la ausencia de pesticidas en sus productos.

Y esto no se limita a lo orgánico. Según la revista Forbes y el noticiero 60 minutos, el 80% del aceite de oliva italiano consumido en EE.UU. es falso o adulterado con otros aceites de baja calidad.

Ya en el pasado se descubrió que cargamentos de semilla de maíz que se suponían orgánicos -también de Turquía- no lo eran. A pesar de esto, Estados Unidos no ha sancionado a los importadores. Y aun cuando las autoridades actúan -en este caso la USDA-; por lo lento de sus procesos, muchos de esos productos terminan en el mercado, como en estos casos.

Definitivamente lo mejor es comprar local; aun cuando el precio pueda ser ligeramente más alto. Si no, correrá el riesgo de pagar demasiado por algo que realmente no vale la pena.

Mándenos sus comentarios a: rmsandoval@live.com

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