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Bogotá, 29 may (EFE).- El alza de los combustibles por la subida del precio internacional del petróleo ha disparado las alarmas en Latinoamérica, donde mientras los Gobiernos calculan el impacto macroeconómico de la crisis la población protesta para exigir soluciones.

Con la excepción de Venezuela, que nada en un mar de crudo, la mayoría de los países de la región sufre por cada dólar que se incrementa el barril de petróleo en los mercados mundiales, una situación que los economistas atribuyen a movimientos especulativos.

El alza de los combustibles no sólo incide en los precios del transporte sino también en los de los alimentos pues encarece el traslado de los mismos desde los centros de producción hasta los mercados, lo que además se refleja en los índices de inflación.

Ante ese panorama, la Confederación de Dueños de Camiones de Chile convocó para el próximo martes un paro nacional de 48 horas en protesta por el incremento del precio del diesel, que hoy sufrió una nueva alza de más de 600 pesos (1,27 dólares) junto al litro de gasolina, diesel y parafina (queroseno).

El alza del precio de los alimentos derivada de la subida de los combustibles será también uno de los ejes del paro nacional convocado para el 9 de julio por la Confederación General de Trabajadores del Perú (CGTP), que planteará otras demandas laborales.

Hasta ahora las protestas más graves por la subida de los combustibles y de los alimentos han sido las registradas en abril pasado en Haití, donde los desórdenes dejaron seis muertos, entre ellas un casco azul nigeriano, y costaron el cargo al primer ministro Jacques Edouard Alexis.

Desde hace años sectores sociales haitianos piden al Gobierno disminuir el precio de los combustibles, que eliminó sus subvenciones en el 2000, una demanda que han reforzado en los últimos meses ante la coyuntura petrolera internacional.

Actualmente, el galón de gasolina cuesta alrededor de seis dólares, un precio que supera en más de dos dólares el cobrado en Estados Unidos, país donde la población tiene un poder adquisitivo que no tiene punto de comparación con el de Haití.

También en abril, los dominicanos hicieron una huelga general contra el alza de los alimentos y de los combustibles.

Hace dos semanas, estudiantes de la estatal Universidad Nacional de Panamá protestaron por las alzas de los alimentos y combustibles, que hoy sufrieron nuevos aumentos.

Los transportistas de Nicaragua también se lanzaron a un paro nacional este mes para exigir la congelación de los precios de los combustibles en 2,10 dólares el galón (3,7 litros).

Los altos precios de los carburantes inquietan también en Guatemala, Costa Rica y Honduras, pero sin que hayan desembocado en protestas significativas.

Donde los precios no suben, la población sufre por la escasez de combustibles, que se ha profundizado en países como Argentina -donde la gasolina no está subsidiada- lo que se debe, según el Gobierno, a “problemas logísticos” de las petroleras y al fuerte crecimiento de la economía.

Una situación similar vive Bolivia, donde se han registrado largas colas para conseguir garrafas de gas de uso domiciliario y los conductores han denunciado el desabastecimiento de diesel en muchas gasolineras.

Brasil, que no ajustaba el precio de los combustibles desde 2005, anunció el pasado 30 de abril un aumento del 10% en el de la gasolina y del 15% en el del diesel.

En Paraguay, los distribuidores de combustibles reclaman por el racionamiento en las entregas de gasóleo, que moviliza al 80 por ciento del parque automotor nacional y cuyo precio, que está subsidiado por el Estado, aumentó un 5% a comienzos de mes.

Por su parte, el Gobierno colombiano estudia medidas para mitigar el aumento de los precios del petróleo, entre ellas la prórroga de los subsidios que inicialmente había pensado suprimir.

En México, los subsidios de casi un 40% a la gasolina han evitado protestas sociales, una situación similar a la de Ecuador, donde los precios de los combustibles están subvencionados y no suben desde enero de 2005.

Más tranquila es la situación de Venezuela, donde el presidente Hugo Chávez anunció en enero de 2007 que “próximamente” subiría los precios internos de la gasolina tras subrayar que la de su país es la más barata del mundo y que “es una grosería” venderla así, pero nunca más volvió a tocar el asunto, tal vez por temor a protestas populares. EFE