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Los mexicanos nos quejamos mucho del racismo de Estados Unidos. Hace unos días conversaba con un amigo ingeniero y me describía las diferentes formas en que él personalmente ha sentido el racismo en su contra.

Me di cuenta entonces que el racismo es mucho más profundo de lo que uno piensa. La imagen típica que uno tiene, es la del anglosajón agrediendo físicamente a un afroamericano o a un latino. Sin embargo, el racismo va mucho más allá de eso, y muchas veces adquiere formas tan sutiles que puede pasar desapercibido.

Mi amigo, que maneja un BMW, le preguntaba uno de sus amigos anglos, si el carro era de él, e incluso le llegó a preguntar si era de a deveras.

Otro amigo que escuchaba la platica, comentó que a él, que también es ingeniero, sus jefes le han preguntado dónde aprendió a hacer su trabajo, les contestó que en México, y entonces, su jefe, asombrado, le preguntó si allá había computadoras.

Cuando le explicó que si, entonces el jefe preguntó intrigado de dónde las habría obtenido la escuela.

El racismo, decía al principio, se manifiesta de muchas maneras y se encuentra en casi todos los ámbitos de este país, pero ojo, no hay que acusar a todo mundo de racista, en muchas ocasiones los comentarios no tienen el objetivo ofender a una raza o a una cultura, algunas veces simplemente es ignorancia pura.

Con la llegada de Barack Obama a la candidatura presidencial demócrata, el tema del racismo ha vuelto a la discusión pública y es importante que se abra un amplio debate, dentro de nuestra misma comunidad, porque si bien nos quejamos del racismo, nosotros, por nuestra cuenta, tenemos fuertes dosis de racismo en nuestra propia cultura.

Si bien no la emprendemos contra los negros, porque casi no hay o porque no sabemos donde están, los que más lo sufren son los diferentes grupos indígenas. No recuerda usted aquellos dichos de “indio pata rajada”, o “no tiene la culpa el indio, sino el que lo hace compadre”.

En Estados Unidos tampoco moderamos muchos nuestros impulsos racistas. A los afroamericanos se les cuelga todo tipo de nombres, sobrenombres y apodos.

Tampoco podemos olvidar la limpieza étnica que algunas pandillas latinas están haciendo en algunos barrios dominados por familias afroamericanas.

Es tiempo de que tomemos conciencia del racismo que nosotros mismos cargamos contra la comunidad afroamericana y otras comunidades. Un ejemplo más. Esta mañana recibí un chiste en el que decía: Después de mucho pensarlo y después de un profundo análisis por fin pude descubrir que es lo que quiere el negro (refiriéndose al estribillo e la canción)… Lo que el negro quiere es llegar a la Casa Blanca.

En fin, así somos, ojala logremos entender que el racismo, por más sutil o jocoso que sea, ofende por igual.