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Pocos políticos en México habrán llegado al nivel de descrédito que hoy tiene el ex presidente Vicente Fox. Y miren que lograr ese penoso título del “más quemado” no es nada fácil, cuando hay ex mandatarios que los mexicanos identifican como: “el más corrupto”, “el más tonto”, “el más perverso”, “el que manipulaban las mujeres”, “el más mentiroso”, “el más gris”.

Cada uno de ustedes les habrá puesto el nombre, pajaritos, y es muy probable que algunos repitan en una o dos categorías, pero sin duda si en este momento yo les preguntara por el más “incongruente”, “torpe” y “hablador” de los ex presidentes, todos pensarían al unísono en un nombre: Vicente Fox Quesada.

El patético caso de Fox representa sin duda la confirmación de que, si bien los priístas acumularon fama de rateros, ambiciosos y malos gobernantes, durante los 71 años que dirigieron los destinos del país, el PAN, con figuras como el guanajuatense, logró igualar muy rápido, demasiado, el nivel de descrédito y desconfianza de los mexicanos en sus apenas 12 años de gobernar la República.

Porque ¿quién iba a pensar que el personaje que llegó al poder ofreciéndonos un “cambio” a los mexicanos y que ganó el poder porque nos dijo que sacaría al PRI de Los Pinos, con aquello de las “tepocatas, las alimañas y las víboras prietas”, apenas seis años después se diera una marometa política tan extraña y nos pidiera ahora volver a meter a los priístas a la casa presidencial al promover el voto por Enrique Peña Nieto?

Lo que hizo Fox en las pasadas elecciones es tan aberrante, tan absurdo, tan inverosímil, como si el señor Herdez les dijera de repente que comer chiles enlatados era lo peor y que no debían consumirlos; o como si Henry Ford volviera de ultratumba para iniciar una campaña en contra del automóvil y pidiera su desaparición, o para ser más burdos, como si el millonario Hugh Hefner, el famoso magnate de las conejitas, de pronto comenzara a pregonar la inmoralidad de los desnudos femeninos y se pronunciara porque no se cosifique a la mujer exhibiendo su cuerpo.

¿Cómo volver a confiar en un partido, en un sistema, en una figura como la de un ex Presidente?, ¿quién nos asegura que mientras gobernó y tomó decisiones por todos nosotros Vicente Fox no estaba ya igual de afectado mentalmente como para creer primero que algo era lo mejor y a los cinco minutos cambiar de idea y optar por algo totalmente opuesto?, ¿cómo pudimos equivocarnos de esa manera tantos millones de mexicanos que vislumbramos la esperanza de un cambio en el año 2000?

En fin, pajaritos, dirán, como decía un buen amigo Duende, que con los políticos, especialmente con los presidentes, aplica aquella frase de “que no haya ilusos para que no haya luego decepcionados”, y tal vez tengan razón, a los políticos, sean del signo político o del color que sean, hay que creerles menos de la mitad de lo que dicen y así tal vez nos decepcionen menos. O como yo siempre les he dicho, y hoy, al escuchar las incoherencias y locuras de Vicente Fox, lo confirmo: “Entre más conozco a los políticos, más quiero a mí perro”, ja, ja, ja, ja-

EL BAÚL DEL DUENDE-

Hoy vence el plazo para que Andrés Manuel López Obrador presente su impugnación formal contra la elección presidencial del 1 de julio. Sus principales argumentos, luego de que el recuento de los votos no le favoreció y confirmó el resultado a favor de Peña Nieto, será la “inequidad de la elección”, “la compra de votos” y “la manipulación de los medios”. En el papel no suena mal y cualquiera de las tres cosas podrían haberse observado sin problema en los recientes comicios, el problema para AMLO será presentar las pruebas suficientes y lograr que los magistrados del Trife encuentren en esas causales razón suficiente para anular la elección. No se ve nada fácil y la gran duda es, de aquí al 4 de septiembre, que tiene el Tribunal Electoral para emitir su fallo, qué pasará si no le dan la razón a la queja de López Obrador… Me voy, pajarracos, pero como siempre les digo, ¡regresaré!, ja, ja, ja, ja-