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México, 24 mar (EFE).- La historia y el tiempo han dado la razón al poeta mexicano Octavio Paz (1914-1998), un “hombre muy combativo” que siempre defendió sus convicciones y cuyo mayor premio fue vivir y escribir, dijo a Efe su viuda, la francesa Marie José Tramini.

La segunda esposa del único Nobel de Literatura mexicano (1990) no quiere dar entrevistas, dice que prefiere ser “una espectadora” del “gran homenaje” que México ha preparado para Paz con motivo del centenario de su nacimiento, que se cumplirá el 31 de marzo.

Pero al final no resiste la tentación de hablar de su historia de amor y de los “momentos privilegiados” que compartió durante “casi cuatro décadas” con este “hombre excepcional”.

Cuenta que llena sus horas con recuerdos del también ensayista y diplomático y con toda la tarea que le queda por hacer sobre su obra “tan vasta”, y confiesa que trabaja en ello sin parar, inmersa en “una especie de redescubrimiento”.

Entre los más de 40 libros que escribió, destacan títulos como “El laberinto de la soledad” (1950), “El arco y la lira (1956) “Libertad bajo palabra” (1960), “Salamandra” (1962), “Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe” (1982) y “La llama doble” (1993).

Sobre el “gran homenaje” que el Gobierno mexicano ha preparado para Paz, con la publicación de ediciones especiales, conciertos, coloquios y exposiciones, Marie Jo, como le decía el poeta, asegura que es muy merecido y que le conmueve.

“Me ha emocionado mucho de verdad, estoy muy agradecida, me siento muy privilegiada de poder asistir a eso”, señala Tramini, quien la semana pasada asistió a un homenaje a Paz en la Cámara de Diputados que marcó el inicio de las actividades conmemorativas.

Allí exhortó a los diputados a seguir el ejemplo del escritor y hacer que el debate en la política sea “un concierto de voces e ideas y no una Babel de monólogos simultáneos”.

Recordó que su esposo siempre apostó por la pluralidad y el contrapunto, lo que “le costó que los poderes lo miraran con recelo, que no supieran qué hacer con sus disensos y su defensa de la libertad”.

“Hoy se le honra en la Cámara de Diputados y el círculo se cierra. Su voz puede sonar aquí y allá como la del individuo libre y valiente que siempre fue”, apuntó en el recinto legislativo la viuda, quien recibió una medalla en honor al poeta.

Sin embargo, en la entrevista asegura que Paz “no buscaba medallas ni premios”, y que “nunca hizo nada para tener fama, ni esa publicidad; no tenía agente literario”.

“Era un hombre sencillo, un hombre modesto (que) no quería nada de estos homenajes” y su premio era “escribir y vivir”, dice Marie José, quien conoció a Paz en 1964 en la India cuando él era embajador de México en ese país.

También “era una persona muy vital” que emprendió muchos combates desde joven y protagonizó polémicas, pero “siempre pensó que con la inteligencia, la lógica, podría convencer a sus agresores”, señala.

“No era un escritor aislado en una torre de marfil. Era muy combativo, sobre todo cuando pensaba que tenía la razón y lo demostraba”, asegura.

Paz “decía lo que uno no quiere oír” y siempre defendió sus convicciones, dice Tramini. “Lo bueno -añade- es que la historia y el tiempo le han dado razón”.

Uno de los momentos clave de su vida fue cuando renunció a su puesto como embajador en la India en protesta por la matanza de estudiantes del 2 de octubre de 1968 en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco, en la capital mexicana.

La renuncia fue duramente criticada por su exesposa, la escritora mexicana Elena Garro, y la hija de ambos, Laura Helena Paz.

“Además de su talento como escritor”, Paz era un “hombre de gran calidad humana” y “amoroso”, nada ambicioso, ni oportunista, recuerda Tramini, y asegura que fue “mejor marido que escritor”.

Así describió a Paz en una de las pocas entrevistas que concedió cuando cumplió 80 años, comenta, y agrega: “Lo que más me gusta es haberlo hecho feliz”.

Marie Jo sostiene que la mayor sorpresa de su vida fue cuando se reencontró en París “por azar” con Paz, después de que se había marchado de la India sin avisarle.

Allí, dijo, “empezó nuestra gran historia” y “aquí estoy después de tantos años de felicidad y de compartir momentos privilegiados”. EFE