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Boceto de Corpus Hypecubus realizado en 1950 por Salvador Dalí y que es parte de la exposición que el National Arts Club de Nueva York dedica al genio del surrealismo. Obras poco conocidas de Salvador Dalí en sus inicios, técnicas no tan frecuentes en su corpus creativo como el grabado o algunas de su creaciones crepusculares componen la exposición que, hasta el 28 de febrero, el National Arts Club de Nueva York dedica al genio del surrealismo.
Boceto de Corpus Hypecubus realizado en 1950 por Salvador Dalí y que es parte de la exposición que el National Arts Club de Nueva York dedica al genio del surrealismo. Obras poco conocidas de Salvador Dalí en sus inicios, técnicas no tan frecuentes en su corpus creativo como el grabado o algunas de su creaciones crepusculares componen la exposición que, hasta el 28 de febrero, el National Arts Club de Nueva York dedica al genio del surrealismo.
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Nueva York, 6 feb (EFEUSA).- Obras poco conocidas de Salvador Dalí en sus inicios, técnicas no tan frecuentes en su corpus creativo como el grabado o algunas de su creaciones crepusculares componen la exposición que, hasta el 28 de febrero, el National Arts Club de Nueva York dedica al genio del surrealismo.

Salvador Dalí vivió en el Nueva York de los años 40, después de la Guerra Civil española y justo antes de hacer sus célebres colaboraciones cinematográficas con Alfred Hitchcock (“Spellbound”) y Walt Disney (“Destino”).

En los años 70, ya en su época más excéntrica, volvería como “celebrity” para bailar en el Studio 54 y ocupar una suite en el hotel St. Regis, momento que queda reflejado en una fotografía en esta exposición.

Pero, entre medias, sus viajes a Manhattan tenían parada casi asegurada en el National Arts Club, donde fue galardonado con la Medalla de Oro de este selecto grupo en 1957 y 1965.

“Era un habitual”, explicó a Efe el encargado de la colección de la institución, Robert Yahner.

Tras haber rendido tributo a otro genio español, Francisco de Goya, el club neoyorquino se centra en Dalí para heredar en gran parte la exposición “Memorias del surrealismo” que se vio en La Habana el pasado verano.

En aquella muestra, uno de los principales aportadores de obras fue el miembro de este club Alex Rosenberg, pero además se suma en Nueva York una “joya maravillosa escondida”: un grabado realizado en 1926 que retrata a una mujer joven y en cuyo envés parece un retrato en miniatura del padre de Dalí.

El grabado, además de por esta pieza, tiene una importancia capital en esta muestra, en la que también destaca la serie “Los Cantos de Maldoror” (1934), que Yahner considera “una de las obras maestras de Dalí y uno de sus mejores trabajos gráficos”, y que, en conjunción con el retrato anterior dan excepcionalidad a la exposición.

“Es muy inusual que estos dos trabajos se vean juntos”, aseguró Yahner, que también señala varios bocetos de su cuadro “Corpus Hypercubus”, una crucifixión en la que también aparece Gala y cuya versión acabada es una de las piezas más valoradas del Museo Metropolitano de Nueva York.

Finalmente, Yahner destacó otra serie de grabados, “Las doce tribus de Israel”, realizada en 1973, una época en la que, “por desgracia, Dalí se hizo más conocido por su comportamiento que por su trabajo, a pesar de que hizo obras destacables como esta”. EFEUSA