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Fotografía facilitada por el Instituto Cervantes de Beirut de su director, Luis Javier Ruiz (d), y el director general de la asociación Safadi, Riad Alamedine (i), durante la presentación de un proyecto cultural de países iberoamericanos en la ciudad de Trípoli. Cambiar la cara de esta ciudad libanesa, marcada por la violencia desde hace años, y desarrollar su espacio cultural con nuevos proyectos es el objetivo que se han propuesto al menos diez países iberoamericanos, que en cooperación con la Unión Europea (UE) y la asociación humanitaria local Safadi, han elaborado un programa de actividades culturales para el próximo mayo.
Fotografía facilitada por el Instituto Cervantes de Beirut de su director, Luis Javier Ruiz (d), y el director general de la asociación Safadi, Riad Alamedine (i), durante la presentación de un proyecto cultural de países iberoamericanos en la ciudad de Trípoli. Cambiar la cara de esta ciudad libanesa, marcada por la violencia desde hace años, y desarrollar su espacio cultural con nuevos proyectos es el objetivo que se han propuesto al menos diez países iberoamericanos, que en cooperación con la Unión Europea (UE) y la asociación humanitaria local Safadi, han elaborado un programa de actividades culturales para el próximo mayo.
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Beirut, 19 feb (EFE).- Cambiar la cara de la ciudad libanesa de Trípoli, marcada por la violencia desde hace años, y desarrollar su espacio cultural con nuevos proyectos es el objetivo que se han propuesto al menos diez países iberoamericanos.

En cooperación con la Unión Europea (UE) y la asociación humanitaria local Safadi, esos países están elaborando un programa de actividades culturales para el próximo mayo en Trípoli, en el norte del Líbano, según anunciaron hoy en una rueda de prensa varios de sus representantes en el Instituto Cervantes de Beirut.

El director de dicho centro, Luis Javier Ruiz, reveló en declaraciones a Efe que al principio pensaron en proyectar cine, pero después optaron por organizar conferencias, exposiciones, actividades folclóricas y culturales de distinto tipo.

“Se trata de presentar durante una temporada, que oscilará entre una y dos semanas, en la ciudad de Trípoli, iniciativas de todos los países latinoamericanos y de España para conocimiento y de acuerdo con la sociedad tripolitana”, afirmó Ruiz.

Además, explicó que una parte importante de las actividades está financiada por la UE, al considerar que “merece la pena” hacerlo “para que la iniciativa cultural sea un éxito”.

La idea “entra dentro de las iniciativas conjuntas que hacemos con la asociación Safadi, con la que trabajamos desde hace muchos años”, detalló Ruiz, que agregó que ahora están estableciendo un programa común y un calendario fijo.

Según los organizadores, está previsto que la segunda ciudad del Líbano acoja festivales, encuentros y diálogos con el objetivo de construir una ciudad pacífica y cultural.

En la presentación del proyecto estuvieron presentes diplomáticos de España, Paraguay, Uruguay, México, Argentina, Brasil, Chile, Venezuela, Perú y Colombia, entre otros.

El ministro consejero y jefe de la sección de Desarrollo Sostenible de la UE, Marcello Mori, señaló que, ante la creciente inestabilidad e incertidumbre en el Líbano, ese plan cultural es un “ejemplo vivo de la voluntad del pueblo libanés de vivir en paz y trabajar juntos para construir un futuro mejor”.

Por su parte, el director general de Safadi, Riad Alamedine, insistió en que, a pesar de la guerra, “la desesperación y el paro que conoce, Trípoli requiere de instituciones dinámicas que confíen en las capacidades de la ciudad”, ya que la cultura es una “fuente esencial de desarrollo”.

Los diplomáticos presentes subrayaron su determinación para contribuir a mejorar la imagen de Trípoli, con un gran pasado histórico.

Trípoli, 85 kilómetros al norte de Beirut, fue ejemplo en el pasado de hospitalidad y buena convivencia entre sus habitantes.

Entre sus edificios históricos y arqueológicos, que incluyen cuarenta estructuras del siglo XIV, hay mezquitas, escuelas, hospedajes y baños púbicos.

Muchos profesionales liberales y artesanos siguen establecidos por grupos en los mercados de la ciudad, que se diferencian entre ellos en su arquitectura y datan de la época medieval.

Desde el inicio de la guerra en Siria, en marzo de 2011, la ciudad ha sido escenario de más de veinte oleadas de violencia y, al igual que todas las regiones del Líbano, permanece dividida entre partidarios y adversarios del régimen sirio.

A esto se añade la falta de planes de desarrollo en el norte del país, la zona más pobre del Líbano, lo que ha llevado a muchos jóvenes en paro a unirse a los grupos yihadistas como una forma de supervivencia. EFE