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    Sastre Jorge Tello en su taller de Boyle Heights, Los Angeles, CA

  • Traje de Charro hecho en la sastrería de Jorge Tello.

    Traje de Charro hecho en la sastrería de Jorge Tello.

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    Un grupo de sastres guatemaltecos elaboran los más finos trajes charros en Los Angeles, California.

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Jorge Tello es como uno de esos sastres de los “lejanos pueblos” que se enteraban de todo lo que ocurría mientras les tomaban medidas a los clientes. Con la cinta de medir colgada en el cuello, se da tiempo de atenderlos como si fueran viejos conocidos. La mesa de corte está en el centro, debajo de ella una caja para los retazos de tela y, a su alrededor los trajes de charro listos para su entrega.

“Jaa jaa- Si, es igual que en México”, dice cuando le hablo de los sastres michoacanos.

Oriundo de Mazatenango, “Tierra de Venados”, Guatemala, Don Jorge ha recibido documentos de reconocimiento por parte del Concilio de Los Angeles y el Senado del Estado, aunque él mismo alguna vez fue indocumentado.

“¿Cómo llegué?… Como muchos, de ‘mojado'”.

También, le ha hecho trajes a Plácido Domingo, Carlos Santana, Anthony Quinn, Gael García Bernal, Diego Luna y muchas otras celebridades.

“Ya parezco disco rayado- Ja jaaa- Pero si, me ha tocado hacerle sus trajes. El de Plácido me lo encargó la Opera de New York, pero Carlos Santana si vino personalmente a la tienda y lo acompañé a comprar las telas al centro de Los Angeles. Me parece que fue cuando iba a tener su gira en Europa”.

“También una vez vino un diseñador muy famoso, y me encargó dos trajes, uno para él y otro para un museo”.

Sin embargo, quien ha sustentado la sastrería de Don Jorge no son solo los famosos. En su taller se hacen trajes para los mariachis y charros que pueblan la cultura de California.

Sentados en banquitos y separados por la mesa de corte, de pronto nuestra charla se interrumpió por la llegada de la señora María Elena García, oriunda de Nayarit. Ella preguntó acerca de dónde le podría cambiar la cacha de la pistola de utilería para que esta estuviera a la altura de la elegancia del traje que se había mandado a hacer.

“Yo canto en los restaurantes”, dijo, “y la verdad este lugar es como una joya”.

Un oficio en extinción

“Las sastrerías están muertas”, dice Tello.

Hace 30 años, cuando se vino a los Estados Unidos, este proceso de defunción apenas estaba ocurriendo. La producción industrial de ropa norteamericana, y luego la china, pusieron fuera de la jugada a los sastres, principalmente a los “pantaloneros”.

“A Guatemala llegaban pacas de ropa seminueva que la gente prefería comprar”, dice.

Esto provocó que muchos de sus colegas siguieran la ruta del dólar.

“Muchos de mis amigos del pueblo me decían que me viniera, me hablaban mucho de aquí”.

Cuando se vino, primero estuvo en Tijuana, donde hizo su primer traje charro. Luego se brincó a Los Angeles donde otro sastre Mazateco, Félix Vázquez, le dio su primer trabajo.

“Primero, como muchos, era solo sastre pantalonero, pero en tres años ya manejaba el negocio de ‘El Arte Charro’ que estaba por el rumbo de la entonces Avenida Brooklyn y Saratoga”.

Los clientes lo empezaron a buscar y hasta creían que además de mexicano, era el dueño del negocio.

Se sorprendían que el más popular símbolo de los trajes mexicanos lo hacía y lo sigue haciendo un grupo de guatemaltecos en Boyle Heights.

“Mira, una vez el Sr. Cuevas, padre de Pedro Fernandez, me dijo: gracias por hacer nuestro trabajo, sin ser mexicano”.

Mientras conversamos, más al fondo del taller, su sobrina Yulisa está dando forma y planchando un pantalón y los otros cuatro sastres, Lino, Don Tomás, Rigoberto y Ernesto, le dan vuelo a la máquina y a las costuras de mano.

“Ellos eran pantaloneros, pero aquí se adaptaron al traje charro. Lino es el que hace las grecas”.

Infancia es destino

“Yo empecé a coser ojales a los 9 años y hasta me llegué a encajar varias agujas. A los 13 años hice mi primer traje para mi hermano Carlos -¿te acuerdas mamá?, le pregunta a doña Olivia, ahí cerca-, y a los 16 años ya era saquero”.

“Al principio pensaba que de este oficio no se sobrevivía. Este es un arte, y lo más difícil es que a uno le guste”, comenta.

Jorge tiene un hermano y dos hermanas. Todos ellos tienen títulos universitarios, y aunque él fue indocumentado y solo llegó hasta el sexto de primaria, los documentos que le han dado los legisladores y concejales han borrado cualquier duda de sus talentos.

“Mi hermano Carlos y mi hermana Sandra son contadores, mi hermana Angélica es maestra. Todos estudiaron una carrera y viven en Guatemala. Yo soy el único que solo llegó hasta el sexto de primaria”/

¿Cuál es el mejor cumplido que le han hecho?

“Que la gente me reconozca, que el alcalde, los concejales y el Senado de Sacramento lo haga- quiere decir que a la mejor somos algo”, dice sonriendo.

El tuxedo mexicano

En el taller de Tello que está frente a la Plaza del Mariachi, cruzando la calle First, además de los trajes de lujo, se rentan trajes que algunos los suelen usar lo mismo para bodas que para reuniones de gala.

“El traje charro es algo delicado. El de ‘grano de pólvora’ es el ‘tuxedo’ de la charrería mexicana, es de tela 100% de lana que solo se consigue en México”.

Otros son de polylana, lana y gamusina.

Cuando no tiene suficientes pedidos o no recogen los trajes, los vende o los renta.

¿Cuáles son las tallas más comunes?

“Cuarenta, en chamarras, y 36 en pantalones”, dice. “¿el costo de la hechura?… Varía entre $450 a $1,200, depende de lo que quieran”.

En su taller familiar, Tello se acompaña de su hermana Patricia, quien es la “manager”, además de encargarse de los detalles de los moños.

Ahí también se revisten los sombreros de palma para convertirlos en los elegantes sombreros charros.

Incluso, doña Olivia, su madre a sus 84 años, pone las abotonaduras metálicas relucientes de los pantalones.

“Yo tengo que estar haciendo algo, si no me da sueño”, dice Doña Olivia.

EN DETALLE:

“Trajes charros”

1836 E. First Street

Los Angeles, Ca 9003

Información:

323.262.5243

casadelmariachi@aol.com