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No obstante su gran popularidad, muchos han tratado de caricaturizar ya la administración del Presidente Obama, principalmente de cara a su intervención en la Industria del Automóvil y a su nominación de la Juez Sotomayor.

Las caricaturas lo ponen como si fuera un gerente de la GM que quiere dictar cómo se debe manejar esa empresa privada, y quienes critican la nominación de Sotomayor, la hacen aparecer como una figura peligrosa que puede tomar decisiones erroneas en el Tribunal Supremo si fuera a ser confirmada.

Pero lo que uno debe preguntarse es si esto no es motivado por un esquema mental que rechazaría de cualquier forma todo lo que viniera de un presidente con las características de Obama.

Nunca antes, como ahora, la situación del país y del mundo requiere que nos liberemos de costras ideológicas que no nos permiten pensar creativamente cómo resolver los problemas.

Los problemas actuales requieren de gente bien intencionada que junte las mejores inteligencias para el servicio colectivo, más allá de las etiquetas ideológicas.

Eso es lo que ha hecho hasta ahora el presidente.

Pongamos, también nosotros, las mejores intenciones y juicios.