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El alcalde de Los Angeles Antonio Villaraigosa anunció que no tiene intenciones de buscar la candidatura a gobernador para el 2010.

Que lo haya hecho en CNN, con una proyección nacional, no sorprende a muchos que ya se han acostumbrado al gusto por las cámaras del alcalde.

Es un gusto que lo ha llevado a incluso relacionarse sentimentalmente con reporteras de televisión, a dar tiempo especial a las cámaras de Univisión y a treparse en un helicóptero para casi, casi, dar el reporte del tiempo.

Sin embargo ese es un asunto anecdótico, comparado con el quehacer político que a todos nos preocupa.

Aunque algunas de las tareas de su agenda que se planteó en el 2005, han quedado cortas, no debe olvidarse de su rol como animador de una nueva clase política.

Antonio Villaraigosa causó un gran revuelo en la comunidad latina, cuando fue electo alcalde. El entusiasmo y vigor que le imprimió a su puesto en los primeros momentos dejaba ver una nueva etapa para los latinos en general y para los mexicanos en particular.

Independientemente de que el 55% de aceptación que tiene actualmente “no esté tan mal”, como él mismo dijo, tiene que plantearse una mayor disciplina en su liderazgo para no quedarle mal a esa nueva clase política que lo empujó al puesto.

El sabía ya, desde el principio, que el “status quo” lo iba a observar con lupa.

No debe dar ya más razones para que le piquen las costillas.