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Simplificar los problemas no ayuda a resolverlos. Problemas nuevos requieren soluciones nuevas, y en una sociedad tan compleja como la norteamericana, decir que todo lo que tienen que hacer los “indignados” del movimiento “Occupy Wall Street” es ir a bañarse y ponerse a trabajar es algo ofensivo de parte de los precandidatos republicanos a la presidencia.

Cuando un médico descubre ciertos síntomas en el enfermo, por muy pequeños que sean no los ignora, menos cuando se trata de algo generalizado no solamente en un paciente sino en un grupo de pacientes.

El descontento contra el sistema financiero ha sido internacional. Es un síntoma de que la economía posterior a la Guerra Fría en la que los capitales especulativos viajaron por el mundo a la velocidad de un click han dañado no solamente a los pobres de siempre, sino a la clase media. Esa clase media a la que le dijeron que con una carrera o un poco más de educación iba a poder resolver sus necesidades de seguridad social y financiera, ahora está entrampada en problemas de insolvencia para sus necesidades básicas.

En las últimas décadas la economía a través de muchas formas (exenciones impositivas, transferencias de capitales, exportación de empleos…) ha castigado severamente a la clase media a tal grado que no les ha quedado más solución que salir a protestar.

Un buen médico trata de entender los síntomas, antes que decirle al paciente… ¡váyase a echar un baño, usted está bien!