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El eje argumentativo del candidato republicano Mitt Romney se basa en la economía. En su discurso ha blandido una y otra vez un prestigio como empresario e inversionista, que, según él lo capacita mejor para crear empleos y acelerar la economía.

Es por esto que todo lo que tenga que ver con números debe ser bien claro.

Si su impugnación a la actual administración norteamericana es de caracter económico, él debe ser el primero que debe dar muestras de disciplina.

La ausencia de datos de cuánto ganó y cuánto pagó en los últimos 10 años, llevó hace unos días a que el senador demócrata Harry Reid dijera que había fuentes creíbles de que Romney no había pagado impuestos en los últimos 10 años.

En el show de George Stephanopoulos, Reince Priebus, vocero republicano reviró diciéndole un “dirty liar”.

Si Romney insiste en no mostrar esos datos que los mismos republicanos le piden que muestre, no solamente su crebilidad se verá disminuída, sino que se distanciará más del sentir de los votantes que cada año se ven bajo el escrutinio del IRS.

Mitt Romney no es cualquier candidato. Es un candidato que presume de saber hacer cuentas en sus negocios.

Debe cuanto antes clarificar cómo los ha hecho.