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Definir desde el principio de una campaña la posición político-filosófica es muy importante. En la actual contienda por la presidencia, el ex goberandor de Massachussetts, Mitt Romney definió claramente su postura en relación a los inmigrantes indocumentados: la deportación “voluntaria”. Con esto no solo se distanció del candidato demócrata, sino de sus propios colegas de partido, como John McCain y el mismo Newt Gingrich, para quienes los indocumentados también “son hijos de Dios”, según dijeron en su momento.

También, desde el principio, el presidente Barack Obama aceptó que sus intenciones de echar a andar una Reforma Integral, cambiaron debido al paquetazo que heredó de la anterior administración, lo que lo llevó a cambiar de prioridades.

Con las cifras de desempleo a los niveles que estaban hace tres años, proponer una reforma integral hubiera requerido un mayor músculo político que al tiempo sirviera para impulsara la creación de empleos y la Reforma de Salud.

Al parecer, los hispanos ya entendieron esa realidad, y por eso el presidente Obama, amplió en septiembre hasta el 70 % su apoyo entre los votantes hispanos registrados, mientras que su rival republicano, Mitt Romney, se debilitó en ocho puntos, según una encuesta publicada de las cadenas Telemundo y NBC, y el diario “The Wall Street Journal”..

En cambio, los republicanos, con Mitt Romney y su compañero de cartel Paul Ryan, redujeron sus apoyos entre los hispanos registrados del 28 % en agosto al 20 % en septiembre.

Una vez definidos desde el principio los marcos político-filosóficos sobre lo que se puede esperar de ellos, los debates solo reafirmarán lo que ya se sabe o se intuye.