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El Banco de México informó esta semana que el total de remesas que los inmigrantes enviaron a sus familiares en noviembre fueron unos 1,695 millones de dólares, un 5.1 por ciento menos respecto a los niveles del mismo mes de 2011.

En los primeros once meses del año pasado estas alcanzaron los 20,739 millones de dólares, con un 1.3 por ciento de descenso respecto al mismo período de 2011. Desglosando, dice el informe que en noviembre la remesa promedio fue de alrededor de 300 dólares.

Como se sabe, después del petróleo, las remesas son el principal ingreso de México. A este aporte de los inmigrantes hay que agregarle lo que pagan por servicios consulares.

Y a cambio de esto ¿qué es lo que reciben?

Obviamente es un gesto de un gran mérito lo que hacen los paisanos al ayudar a sus familiares. Pero esto debería significar ser tomados más en cuenta en las acciones de gobierno. No solamente en las acciones del dos por uno, o tres por uno, para ayudar a construír infraestructura “allá”. Las acciones del gobierno mexicano debería ser más significativas con los paisanos de aquí. Las escasas becas y actividades protocolarias que organizan con bombo y platillos los funcionarios mexicanos que nos visitan son muy poco con respecto a lo que se manda.

Los inmigrantes se sacrifican muchos para ahorrar unos cuantos dólares que envían a sus familiares (además de lo que se gastan en vacaciones). Debido a eso, con frecuencia no les quedan recursos para su crecimiento cultural.

Muchas veces, los funcionarios mexicano vienen solamente a “pasar la charola” o a hacer “turismo burocrático” salpicados con dos o tres eventos cívico-culturales.

Pero de lo que se trata es de que los mexicanos en el extranjero tuvieran la misma importancia que tiene su contribución monetaria en las finanzas mexicanas.