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Circo Vargas, una atracción familiar.
Circo Vargas, una atracción familiar.
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El mercado de mariscos de Port’s O’Call en San Pedro me trae muchos recuerdos. En los 70’s, cuando trabajaba en una fábrica de rines de aluminio en Harbor City, echaba “voladitos” el viernes, y con lo que ganaba me iba a comprar mariscos para un buen caldo el fin de semana.

También ahí he visto los contrastes más inesperados: ver en el mismo espacio un mariachi salvadoreño, un conjunto norteño, un marimbero guatemalteco, una boda hawaiiana, un cuarteto de jazz, mientras al frente sale un yate transatlántico noruego.

Me gusta ver a las familias y parejas felices tomándose unas cheves con una buena mariscada recién preparada.

Este fin de semana, además de esos manjares, el Circo Vargas hará su presencia para completar el descanso.

“Nosotros somos un circo familiar”, me dijo Katya Quiroga, dueña del circo, “tenemos mucha magia, payasos, malabaristas-“

A Katya Quiroga la conocí desde una vez que estuvieron en el Del Amo Mall de Torrance. Ella, de origen holandés, es una trapecista que se enamoró en el trapecio de su ahora esposo argentino Nelson Quiroga.

Sabiendo de lo difícil que es ahora hacer circo, Katya asegura que aún sin tener animales, el Circo Vargas está lleno de talento, incluyendo un acto de magia en el que la ropa aparece y desaparece. También presume el espectáculo acrobático de Agustino Maltese Provenzano, un artista venezolano de madre mexicana y padre italiano.

Cuenta Agustino que a los 13 años dejó la escuela por el circo, y por más de 18 años esta ha sido su vida.

“Desde que conocí el circo, me quedé prendido. Yo le decía a mi padre que yo quería trabajar ahí, pero, al principio solo me permitían estar en vacaciones”.

Por el lado de su madre, hay varias generaciones dedicadas al circo. Algo que no ha sido una garantía para evitar unas cuantas molestias, como romperse la nariz, la clavícula, unas cuantas costillas y atravesarse el pulmón.

“En una ocasión estuve fuera del circo por un año, por un accidente que tuve”, dice Agustino. “No podía hacer nada con tanto fierro que me pusieron, pero gracias a una figura muy importante del circo que me pagó la operación pude volver”.

El circo clásico todos lo identificamos con acróbatas, trapecista, payasos y animales. Es lamentable que por excesos de medidas “políticamente correctas”, se ataque la naturaleza del circo clásico, excluyendo los animales.

Para Agustino, es contradictorio que mientras que se promuevan cacerías de animales en Africa, se prohíba el uso de animales que crecieron en el circo y que no podrían vivir en el medio salvaje.

Aún así, el circo bien vale un fin de semana.