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Washington, 19 may (EFEUSA).- La página en blanco es el primer muro con el que choca un escritor, un espejo en el que se ve reflejado a sí mismo y que, según Alejandro Palomas (Barcelona, 1967), requiere mucha valentía superarlo. Él, que lo ha logrado, mira ahora atrás y reconoce que de nacer de nuevo no volvería a escribir, de ninguna manera.

“Escribir tiene un precio. Una página en blanco te cambia tu historia personal. Te entran muchas dudas, sobre tu vida y la cosa se va haciendo grande. Es como mirarte a un espejo, empiezas a hablar contigo mismo”, explicó Palomas en una entrevista con Efe en Washington.

Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil en 2016 por “Un hijo” (2015), Palomas vive en el campo catalán, alejado de una Barcelona que le ahoga y rodeado de unas pocas masías con payeses con los que se relaciona poco de vecinos. “Cuanto más aislado estás más marcianadas te pasan”, asegura.

“Yo estoy muy acostumbrado a hablar solo y hablo mucho conmigo”, dijo el escritor, quien confesó que uno de esos procesos creativos le llevó a una ruptura: “Estaba escribiendo y pensé ‘no, qué estoy haciendo, cómo me estoy engañando de esta manera’. Es raro y peligroso. Pero es la vida, es chulo”.

Aunque a veces se “aburre” de hablar consigo mismo, y entonces aborda a Amalia, a Silvia, a Emma o a Fer, sus personajes de “Una madre” (2014), la novela con la que le llegó el éxito, y de la secuela “Un perro” (2016), muy parecidos todos ellos a su propia familia.

Y sin faltar a su cita de los jueves con el diván: “Yo necesito comentar todo esto, toda esta elección de vida. ¡Si no me habría tirado por la ventana!”.

Con “Una madre” llegó el reconocimiento y con “Un hijo” los premios, media docena de galardones de literatura juvenil que sorprendieron al autor porque el libro estaba “escrito para adultos”, cuenta.

“Nunca escribo para jóvenes ni niños, porque no tengo niños a mi alrededor, no tengo ni siquiera sobrinos y vivo en este pueblo en el que no hay niños, con lo cual no veo niños y no escribo para niños”, dijo, al constatar que “los libros tienen una tendencia natural a ir hacia donde tienen que ir”.

Su problema es que ha generado demanda y las editoriales le piden libros similares. “Quieren otra cosa así, y yo no sé cómo se hace. No sé si la podré hacer, si la querré hacer, no sé si es una cosa única. Yo la leo y flipo. Pienso, ‘¿cómo he hecho yo esto?'”.

Tampoco sería la primera vez que rema a contracorriente de lo que la industria espera de él. Palomas estuvo ausente en este último Sant Jordi, la fiesta del libro por excelencia en Barcelona, porque le había prometido a su perro Rulfo que ese día irían a bañarse a un pantano si sobrevivía a una operación. Y cumplió.

Estaba también inmerso en escribir su nuevo libro, del que no quiso revelar detalles pero que terminó, en su primera versión, antes del viaje a Estados Unidos, que después de un coloquio con Maud Casey en la Antigua Residencia del Embajador de España en Washington todavía le llevará a Nueva York y Miami.

“Me pongo un máximo de cuatro meses para un libro. Son cuatro meses sin parón. Estoy las 24 horas. Cada novela para mi es una participación en un Gran Hermano. Sueño con, me despierto, estoy metido ahí sin parar y lo demás no me importa nada”, explicó el escritor sobre su proceso desde la página en blanco.

“Cuando termino es como si me muriera de agotamiento. Como ahora”, reconoce, sin ocultar su fatiga.

Sus próximos retos tampoco los esconde. El primero llevar uno de sus libros a la gran pantalla y todo indica que con “Un hijo” podrá sanar la frustración de los proyectos que en el pasado se han quedado en el camino. “Yo voy con la cámara al hombro”, explica, a la hora de escribir.

El segundo, es publicar en inglés. Después de ver su obra en francés o próximamente en búlgaro y griego, el escritor catalán quiere ver sus libros en las estanterías de Estados Unidos, su escuela, donde estudió poesía en el New College de San Francisco.

“Mi sitio es este, quiero estar aquí. Que en mi casa literaria no me quieran no me gusta nada. Soy muy pesado para que me quieran, les va a encantar”, sonríe. EFEUSA