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  • Verónica Bernal.

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    Verónica Bernal, estudiante de derecho y activista, trabaja en la Clínica de Inmigración de la Universidad de Houston (Texas). A sus 24 años, Bernal se ha convertido en el símbolo del activismo juvenil en el sur de Texas y una promesa para el futuro de los que defienden los derechos de los inmigrantes, principalmente de las personas indocumentadas que navegan en las complejas aguas del sistema legal. A punto de graduarse como abogada de inmigración de la Facultad de Leyes de la Universidad de Houston (UH, en inglés), Bernal posee además un título en Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Texas Pan American. Nacida en la ciudad fronteriza de Hidalgo, Bernal creció en Reynosa (México) y conoce de primera mano los problemas que enfrentan las personas que residen en las zonas pobres de la frontera.

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Houston (TX), 7 mar (EFEUSA).- A sus 24 años, Verónica E. Bernal se ha convertido en el símbolo del activismo juvenil en el sur de Texas y una promesa para el futuro de los que defienden los derechos de los inmigrantes, principalmente de las personas indocumentadas que navegan en las complejas aguas del sistema legal.

A punto de graduarse como abogada de inmigración de la Facultad de Leyes de la Universidad de Houston (UH, en inglés), Bernal posee además un título en Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Texas Pan American.

Nacida en la ciudad fronteriza de Hidalgo, Bernal creció en Reynosa (México) y conoce de primera mano los problemas que enfrentan las personas que residen en las zonas pobres de la frontera.

“Pero lo que más me cautivó a hacer lo que hago es el ejemplo de mi padre que luchó por ayudar a sus compatriotas de este lado de la frontera para que su reinserción social en un país nuevo para ellos sea más fácil”, dijo Bernal en entrevista con Efe.

“La gran mayoría era inmigrantes mexicanos que trabajan en el sector agrícola, igual que lo hacía mi padre, ya fallecido. Laboraban largas jornadas y recibían pagos ínfimos y además tenían que ajustarse a las leyes laborales de este país”, agregó.

Para poder asistir legalmente a los miembros de su comunidad con sus trámites y representarlos ante el gobierno de EE.UU, el padre de Verónica, Efrem Bernal, presentó una querella judicial contra el Procurador del Estado de Texas para que los residentes legales como él pudieran trabajar como notarios públicos.

En 1984, después de varios años de litigio, el Estado reconoció a Efrem Bernal el derecho a tramitar sus credenciales como Contador Público.

“Gracias a él y a su perseverancia, miles de inmigrantes legales pudieron convertirse en notarios y ayudar en muchos casos a sus respectivas comunidades. Ese ejemplo de dedicación y no desmayar es lo que me motiva a ayudar al prójimo”, acotó Bernal.

Según cuenta, elegir el camino para convertirse en abogada de inmigración tiene el mismo concepto que la asistencia que hacía su padre con los campesinos: encaminarlos por el engorroso sendero de las leyes existentes y de las trabas que se encuentran en ese periplo.

“Las leyes de inmigración cambian muy seguido, la gran mayoría por decreto, entonces si no estás al día no puedes buscar las formas adecuadas para ayudar a tu cliente. Asimismo, el concepto erróneo que tiene la sociedad frente a la comunidad inmigrante es medieval”, aseguró.

“Los critican porque los tildan de ser una carga fiscal, que no trabajan, que no se superan. Lo que no saben es que todos los trámites que deben hacer para buscar su legalidad cuestan cientos y hasta miles de dólares”, dijo.

Ella alterna sus estudios con su trabajo en una reconocida firma de abogados pero sin dejar de lado el voluntariado que le ha servido para comprender lo que ella llama “la razón de ser”.

Sus estudios han sido financiados gracias a diversas becas obtenidas por su rendimiento académico, trabajos a tiempo parcial y la asistencia financiera de su madre, que aún reside en Hidalgo.

Actualmente, Bernal es presidenta y cofundadora de la Sociedad de Leyes de Derechos Humanos y de Inmigración y una de las coordinadoras de La Clínica de Inmigración de UH, donde reciben más de 500 casos al año.

También es coordinadora del Consorcio de Educación Legal para Norteamérica (NACLE, en inglés), que incluye a 13 facultades de leyes en EE.UU., Canadá y México, cuya meta es promover la comprensión de los sistemas legales en cada uno de estos países.

En un futuro se ve inmersa en la política como un trampolín para cambiar algunas de las necesidades básicas de los que menos tienen y poder incluir a esas personas de bajos recursos en programas de asistencia.

“He recibido algunas ofertas para recibir asesoría política y financiar mi propia campaña política para un cargo público, pero por ahora vivo literalmente un día a la vez”, dijo.

Mientras tanto, continúa apoyando varias causas sociales como el programa “Donar un libro, cambiar una vida” que ella mismo creó al recolectar en todo el estado libros de leyes usados y repartirlos entre los reos confinados en las cárceles de máxima seguridad. EFEUSA