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Miami, 16 jun (EFEUSA).- Desde la llegada masiva de mayas guatemaltecos a Florida, espantados por el genocidio en los años ochenta, esta comunidad enfrenta las dificultades propias de los inmigrantes, y otras relacionadas con su herencia indígena.

“Tenemos culturas tan diferentes, ella es de Júpiter y yo soy de Marte, y tienes que celebrar que tienen su propia cultura y calendario”, explicó en entrevista con Efe el padre de origen irlandés Frank O’Loughlin mientras señalaba a María Méndez, una indígena maya guatemalteca con la que trabaja.

O’Loughlin, fundador del Centro Maya Guatemalteco, en Lake Worth, ciudad a 70 millas de Miami, explicó que los mayas en el estado han sufrido muchas penurias, pero que ahora las principales están relacionadas con la educación y el idioma.

“Los niños mayas son los peores en la escuela, están en el último lugar, peor que los afroamericanos, peor que los haitianos, y no porque sean menos inteligentes”, aseveró.

Según el sacerdote católico, los niños mayas en Lake Worth, donde se habla de 5 a 6 de las 22 lenguas mayas, especialmente el q’anjob’al y mam, deben aprender a hablar español e inglés, pero primero necesitan construir un vínculo afectivo con sus padres.

“La probabilidad de los niños mayas de triunfar en la escuela es menor que la de otros inmigrantes porque la cultura maya no estimula la parte afectiva con los padres, tienen una relación socialmente distante”, explicó Amanda Escalante, directora del programa Padres e Hijos del centro.

Aclaró que el fenómeno no es exclusivo de los mayas, sino de todas las comunidades indígenas del mundo, y que incluso es “más grave” que el propio reto de aprender otros idiomas.

Es por eso que Méndez, una de las indígenas mayas que huyó de la Guerra Civil en su país, que entre 1960 y 1996 dejó más de 200.000 muertos, 45.000 desaparecidos y más de un millón de desplazados, visita a diario hasta nueve madres, en su gran mayoría analfabetas, y les enseña a jugar y a contarles cuentos a sus hijos con edades entre los 2 a 4 años.

O’Loughlin aseguró que el programa ha tenido gran éxito, pero que cada vez hay una mayor demanda de servicios para esta comunidad, la cual, aseguró, es “la población inmigrante de mayor crecimiento en el estado”.

Aunque no hay datos precisos, pues algunos mayas son clasificados como hispanos o en otras categorías, el Censo estimaba en 2000 entre 29.000 y 60.000 los mayas en Florida, estado que después de California tiene la segunda mayor población de mayas que han huido de Guatemala como consecuencia de varias olas de violencia, entre ellas la del narcotráfico.

El padre O’Loughlin acogió en los años ochenta a estas víctimas de la guerra en el pueblo de Indiantown, 100 millas al norte de Miami, donde se asentaron la mayoría de ellos.

El sacerdote recuerda que en Texas un anuncio radial dirigido a los inmigrantes mayas en su travesía por Estados Unidos decía: “Vengan a Indiantown, donde hay trabajo, casas y un sacerdote que va a defenderlos contra la migra”.

Ese aviso, que lo metió en problema con las autoridades migratorias, no distaba mucho de ser verdad.

O’Loughlin ha luchado desde entonces por suplir todas la necesidades del pueblo maya en temas de inmigración, educación, salud, protección contra abusos de las autoridades y últimamente la llegada de jóvenes solos.

En Lake Worth, donde viven unos 10.000 mayas, “la salud es buena, la educación es buena, la Policía es buena… pero no para lo inmigrantes”, aseguró el sacerdote al explicar que los mayas viven en condiciones de pobreza y hacinamiento.

Además, Escalante explicó que los mayas se sienten orgullosos de

su herencia indígena, y que así como en Guatemala son “reacios” a los ladinos, que son los guatemaltecos no indígenas, en Estados Unidos lo son a ser agrupados como hispanos.

Méndez, quien dice que ahora “es imposible vivir en Guatemala”, explicó que los mayas buscan asegurar su cultura indígena, sus prendas, tejidos y espiritualidad, es por eso que el padre O’Loughlin insiste en que en el centro no hacen traducciones, sino “interpretaciones culturales”. EFEUSA