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Gordon Hamby.
Gordon Hamby.
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Denver (CO), 13 nov (EFEUSA).- A pesar de sus origen mexicano, el empresario Gordon Hamby experimentó discriminación por parte de los hispanos debido a su aspecto anglosajón, aunque todo cambió cuando decidió ser trabajador social para ayudar a la comunidad latina y comenzó a usar su segundo apellido, Ortiz.

Tras varias décadas de dedicarse a la tecnología informática, Hamby decidió iniciar una segunda carrera como comunicador social y orador motivacional, y en el proceso descubrió su propia identidad al decidirse a usar su segundo apellido y centrarse en ayudar a los jóvenes universitarios hispanos.

Sin embargo, explicó Hamby, el proceso de ser aceptado por la comunidad a la que pertenecían sus abuelos, y con la que él se identifica, no le resultó sencillo, debido a las barreras culturales y sociales que tuvo que superar.

“Mis abuelos llegaron desde México a Colorado en las primeras décadas del siglo pasado, desplazados por la Revolución Mexicana. Se establecieron en Denver y luego abrieron la Hacienda Colorado, un tradicional restaurante mexicano en esta ciudad”, comentó Hamby, nacido y criado en Denver (Colorado).

“Mi abuelo falleció cuando yo era muy niño y no tengo recuerdos de él, pero de mi abuela sí tengo muchos recuerdos, porque ella era quien me llevaba de la mano a la escuela, causando confusión entre mis compañeros por nuestros diferentes aspectos físicos”, agregó.

Aquellas experiencias de su infancia, dijo, le permitieron ya de adulto llegar a ser “una persona que puede relacionarse con múltiples culturas y generaciones”, algo que consideró “muy importante” en la época actual, “porque cada generación debe interactuar con las otras para generar armonía y cada persona debe conocer otras culturas para mantener su mente abierta”.

Sin embargo, Hamby comprendió la verdadera importancia de aquellas lecciones del pasado y del presente cuando hace cinco años ingresó en la Universidad de Colorado en Denver, donde llegó a ser presidente de la Asociación de Gobierno Estudiantil y también de la filial local del Fondo Hispano de Becas (HSF, en inglés).

En el proceso, Hamby se encontró “con grandes dificultades” al tratar de que el estudiantado hispano lo aceptase como uno de ellos debido a la diferencia en la estatura, tonalidad de la piel y color del cabello y frecuentemente los latinos cuestionaban su “hispanidad” o su “mexicanidad”.

Pero esas dificultades lo llevaron a analizar lo que él denomina “la creación histórica” de la idea de “inmigrante ilegal”, desde la época de sus abuelos hasta los inmigrantes actuales, para encontrar “cómo superar la opresión y las restricciones” que esa noción aún impone en todos los inmigrantes.

“Si queremos llegar a ser buenos ciudadanos globales debemos aprender a superar los prejuicios y las posturas tendenciosas y debemos aprender a trabajar en equipo con otras culturas y generaciones”, sostuvo.

“Pero nunca anticipé que un día tendría que hacerlo con mi propia comunidad y al principio me resultó muy difícil. Me sentí separado y aislado, casi en ostracismo, y realmente fue un problema. Yo me transformé en objeto de prejuicios y hasta me dieron deseos de ya no estar allí (en la universidad)”, agregó.

Pero Hamby ni dejó la universidad ni renunció a su puesto en HSF, sino que luchó contra la discriminación de la que él era objeto, y la superó, gracias a tres elementos: su música, los consejos de su abuela y su trabajo voluntario como mentor de jóvenes estudiantes.

La tarea de “conocer a otros y sus motivos” rápidamente se transformó en “un asombroso viaje de autodescubrimiento” en el que una vieja armónica sirvió para participar “y casi ganar” un concurso de talentos en la conferencia de HSF, las expresiones de la abuela sirvieron para despejar dudas sobre su herencia cultural y el trabajo como mentor fue la base para crear “un foro para hablar de las partes más profundas de la vida”.

Ese deseo de luchar contra la discriminación impulsó a Hamby a convertirse en coordinador de programas de entrenamiento en contra de prejuicios y discriminación, tarea a la que ahora se dedica de tiempo completo.

“Cuando recuperé mi identidad, cuando recobré la memoria, comencé a superar mis propios prejuicios y a ver que nadie es un cualquiera. Hay algo muy bueno en cada ser humano. Pero no lo vemos porque nos falta solidaridad”, afirmó.

La falta de solidaridad se ve, opinó, en la actitud de muchos jóvenes hispanos de no ayudar a otros latinos de su edad o de no ayudar a las generaciones mayores.

“Para los latinos, el éxito es recuperar nuestras raíces, respetar a nuestros antepasados y sentirnos orgullosos de nuestros antepasados. Debemos reencontrarnos con la historia de nuestra familia para poder colaborar con nuestra comunidad”, concluyó. EFEUSA