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Denver (CO), 9 feb (EFEUSA).- Tras décadas de un exitoso trabajo empresarial y comunitario, Scott Flores adaptó el método de los “aprendices” para que jóvenes latinos enfocados en carreras técnicas y vocacionales puedan recibir becas y tengan mayor acceso a puestos de trabajo.

Desde hace poco más de 20 años, Flores es el gerente general de Die Cut Technologies, en Northglenn, suburbio de Denver, donde trabajan 22 personas de tiempo completo, la mayoría de ellas con discapacidades.

Al enterarse en aquella época de que un joven con cierta discapacidad buscaba empleo pero no lo obtenía porque las compañías no contaban con quien lo supervisase, Flores le contrató y luego llegó a un acuerdo con la organización no lucrativa local Easter Seals para supervisarlo.

Ese supervisor se transformó poco después en un reclutador y desde entonces Die Cut Tecnologies, fundada en 1961 por el padre de Flores y dedicada a la producción de partes industriales, modificó su planta para adaptarse a las necesidades de sus empleados con discapacidades.

Y sus empleados, dijo, lo recompensan con lealtad, ya que la mayoría ha estado en su puesto durante por lo menos diez años y uno de ellos permanece en la empresa desde hace 17 años, algo pocas veces visto en casos de empleados con discapacidades que trabajan en la manufactura de productos de alta tecnología.

En 2000, Flores se propuso y logró cumplir dos metas: modernizar y expandir su empresa y, como presidente de la Cámara de Comercio Hispana de Metro Denver, conseguir una sede permanente para esa organización.

Gracias a sus gestiones, Flores fue premiado en 2001 por el Senado federal en reconocimiento a “su importante liderazgo para la comunidad hispana a nivel local y nacional” y por su trabajo “en beneficio de nuestra economía y para mejorar la equidad y la justicia social en Estados Unidos”.

Más tarde, sin dejar sus responsabilidades empresariales, Flores fue miembro de la mesa directiva del Concilio Hispano de Reforma y Opciones Educativas, donde se concentró en estudiar “el alto costo social” que crean aquellos jóvenes que, por carecer de estudios, dependen de programas sociales y ayuda pública.

“Quien no termina la escuela secundaria tiene dos veces más posibilidades de necesitar asistencia médica gratuita y de tener problemas con la ley”, comentó Flores.

Debido a su experiencia de adaptar la fábrica a los empleados y no al revés, y su deseo de ayudar a los jóvenes, en 2009 Flores comenzó a analizar las opciones de formación educativa de jóvenes dentro del contexto empresarial, pero con certificaciones y títulos académicamente aceptables.

A finales de 2014, ese proyecto se transformó en una nueva organización no lucrativa, The Master’s Apprentice (El Aprendiz del Maestro), cuya meta es “enseñarles a nuestros pre-aprendices los conocimientos básicos que necesitan para llegar a la fuerza laboral y ayudarlos a que obtengan las certificaciones que piden los empleadores”.

“Es algo que tenemos que hacer y que necesitábamos hacer para ayudar a la próxima generación, porque estos jóvenes son nuestro futuro”, dijo Flores a Efe.

“Ellos deben entender que tienen que prepararse para un día mantener a su familia y ser parte productiva de la comunidad. Y nosotros no podemos pensar ni que el Gobierno los va a ayudarla a hacerlo ni que ellos lo van a hacer por ellos mismos”, agregó.

La organización, supervisada por Flores, trabaja con jóvenes de 18 a 24 años a quienes se les pagan 150 dólares por semana para que asistan a un curso de 12 semanas. Cuando se graduan, reciben una beca de 500 dólares para enrolarse en un programa de estudios vocacionales formales, como plomería, electricidad, carpintería, herrería, calefacción y aire acondicionado.

“Recientemente (el pasado 29 de enero) graduamos nuestro primer grupo de seis jóvenes, entre ellos Omar, de 22 años, a quienes sus maestros le dijeron que ni se preocupase en ir a la universidad. Estaba trabajando en puesto de hamburguesas desde hacía cuatro años cuando llegó a nosotros”, explicó Flores.

“Pronto descubrimos que tenía un gran potencial, que sobresalía en matemáticas y que poseía una gran ética de trabajo. Ahora ya es un aprendiz de electricista. En pocas semanas duplicó su sueldo y cuando complete las certificaciones necesarias ya tiene trabajo asegurado por casi 50.000 dólares al año y sin deudas por los estudios”, agregó.

El problema, dijo, es que muchas personas erróneamente asumen que los trabajos manuales, vocacionales o técnicos son “sólo para personas con pocos conocimientos y bajo nivel intelectual que aceptan bajos ingresos para hacer trabajos sucios”.

“Ese punto de vista negativo está equivocado. Me siento orgulloso de ayudar a un grupo de jóvenes que ganarán de 50.000 a 100.000 dólares o más al año y que no tendrán que pagar deudas estudiantiles”, concluyó. EFEUSA