En los 80’s, cuando escribía en los periódicos El Universal en la Cultura y en El Nacional, la Internet era aún un asunto fuera del radar de la literatura. Nuestros textos eran tecleados en papel revolución y el “papel líquido” para corregir errores era algo imprescindible.
Para entonces, con un grupo de amigos nos juntábamos en los talleres literarios de los poetas Juan Bañuelos y Homero Aridjis, y del cuentista Edmundo Valadez. Escribir era un oficio que nos tomábamos muy en serio, pero a la vez era algo que desde entonces nos proporcionaba gran placer.
Por supuesto, que la mayoría pensábamos empaquetar nuestra creación en algún libro. Pero esto no era algo que nos quitaba el sueño. Escribir, en sí, ya tenía un propósito que acaso se complementaba en una reunión de amigos con unos tragos.
Hoy parece que la facilidad para escribir, borrar y publicar en la Internet se ha hecho relativamente fácil, parece que aquella forma de escribir merece solo un poco de lástima. Nada más equivocado. ¿Cuántas palabras usaría si usted tuviera que pagar por cada una de ellas?… No se lo pregunte a un burócrata. Ellos quedarían en bancarrota. Pero sí a un poeta.
De aquellas experiencias de talleres, me acaban de enviar uno de los libros de “Sediento Editores” de México que juntan las mejores palabras salidas luego de una aguerrida y fraternal crítica literaria en los talleres.
“Palabralabrada”, de Alberto Candelas junta epigramas, sonetos, poemas libres y narraciones breves que bien valen una lectura.
Al igual que poetas como Elías Nandino, Candelas es médico y poeta, y al igual que el jalisciense, juega con el humor, albur y la melancolía que a veces queda después de las experiencias felices.
Epitafio a la cultura
“A todos los muertos de hambre
Por tener sed de lectura”
Con una edición de 300 ejemplares, Candelas sabe que, como el mismo Octavio Paz reconoció en “Vuelta”, la poesía sigue siendo algo elitista. Pero no en el sentido económico del término. La literatura que no está orientada a hacer una película de Hollywood o una telenovela de Televisa, suele estar reservada a un grupo no muy grande de personas que disfrutan de las imágenes poéticas y la libertad de ese discurso literario.
Pero, como dice John Lennon en “Imagine”: “I’m not the only one”.
En la Colección Jade de Sediento Ediciones, hay varios autores, como Nicolás Fuentes, Delia Cabrera y Jorge Quintanar, que juegan a “tatuar el humo” (Sabines) del sentido de las palabras.
No se piense tampoco que el lenguaje poético tiene aquel sentido cursi y lacrimoso que criticaba Renato Leduc.
En el poema “Ellas son de Venus”, Candelas escribe: “No quisiste ser mi esposa. Tu primer marido está internado por drogadicto. El segundo es alcohólico y mujeriego. El tercero te golpea. ¿Quién entiende a las mujeres?… Conmigo tenías lo de todos ellos”.