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México, 31 mar (EFE).- Un orador y escuchador intenso, un obsesivo de las palabras, un poeta de la búsqueda, un gran amigo de sus amigos, un viajero que siempre volvió a casa, un eterno niño que siempre quería saber más, así describieron este lunes los amigos de Octavio Paz (1914-1998) al poeta, el día en que se cumplen 100 años de su nacimiento.

El Palacio de Bellas Artes de la capital mexicana fue el lugar en el que se celebró el gran acto conmemorativo y allí se reunieron 21 intelectuales procedentes de distintos países que fueron compañeros y amigos de Paz, para realizar un retrato coral del Premio Nobel de Literatura 1990.

El acto fue organizado por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) de México, cuyo presidente Rafael Tovar y de Teresa aseguró que pese a lo variado de los testimonios, en todas las historias está “el recuerdo del diálogo inteligente, del comentario profundo, la generosidad y la vida”.

“Como una bitácora compleja y personal se teje este entramado de recuerdos, de lecturas, de autores, de paisajes, de afectos que transcurren en varias ciudades del mundo”, aseguró.

Antes del evento y por decisión de la viuda del poeta, Marie José Tramini, se leyó un poema en honor a la hija que Paz tuvo con la también escritora Elena Garro, Helena Paz, quien falleció ayer a los 74 años.

La primera persona que compartió sus anécdotas fue la escritora Elena Poniatowska, quien recordó cuando se conocieron en los años cincuenta y también el momento en que el poeta se despidió de sus amigos, pocos días antes de morir y dijo unas palabras “que hicieron llorar a muchos”.

“Desde su silla de ruedas nos pidió que fuéramos dignos de las nubes del Valle de México. ‘¡Seamos dignos del sol del Valle de México!’, exhortó Octavio, y agradeció que el Valle de México hubiera iluminado su infancia, su madurez y su vejez”, dijo la más reciente Premio Cervantes.

El escritor chileno Jorge Edwards, por su parte, dijo que para él Paz fue “la imaginación crítica, la palabra libertad, la poesía como visión, como revisión, como descubrimiento; fue una conciencia en movimiento, abierta y curiosa de todo lo que se expresaba en el instante en el pasado en la circunstancia”.

Pese a los análisis personales sobre su obra, fueron las anécdotas las que protagonizaron la noche, como la recordada por el periodista y escritor mexicano Aurelio Asiain, quien se tomó “el mejor” whisky de su vida con el poeta el día que lo asaltaron en su coche y acabó desahogándose con Paz en la casa que este tenía en Paseo de la Reforma, una importante avenida de Ciudad de México.

O la del autor mexicano Alberto Ruy Sánchez, quien recordó lo que le gustaba al poeta, ese “eterno niño”, “jugar con sus hijos”.

O la de la escritora mexicana de origen francés Fabienne Bradu, quien habló de las mujeres que influyeron en la formación de Paz y lo acompañaron a lo largo de su vida intelectual, como María Zambrano, quien “lo guió en su formación filosófica”, o Sor Juana Inés de la Cruz, que acabó siendo “su alma gemela”.

En la mañana de hoy también se registró otro homenaje encabezado por el presidente Enrique Peña Nieto, quien calificó a Paz de “alma universal” y “maestro y formador de maestros”.

“Octavio Paz fue la mente mexicana más clara, plena y brillante del siglo XX”, afirmó Peña Nieto en un acto en la Biblioteca de México “José Vasconcelos”.

Entre los asistentes se encontraba la viuda del poeta, altos funcionarios y representantes del mundo de la cultura, entre ellos dos Nobel de Literatura, el francés Jean-Marie Gustave Le Clézio (2008) y el nigeriano Wole Soyinka (1986).

Aunque este lunes se celebraron las actividades más importantes, estas no se acaban, pues faltan otras que se celebrarán a lo largo del año.

Entre ellas, la exposición “Un soplo de luz: Octavio Paz y el mundo del arte”, que se inaugurará el 1 de septiembre en el Palacio de Bellas Artes con obras procedentes de 50 museos del mundo sobre las que escribió el también ensayista mexicano. EFE