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Denver (CO), 10 jul (EFEUSA).- El poeta de Nuevo México Carlos Contreras explora las prisiones físicas, emocionales y espirituales en su reciente poemario “Time Served” (Tiempo cumplido), con un lenguaje coloquial y pasajes que privilegian más la narrativa que la lírica.

Contreras, nacido en Albuquerque, comenzó a escribir poesía cuando tenía 17 años, descubriendo en el verso una manera de canalizar ansiedades y retos.

Desde entonces se ha destacado no solo en el verso escrito, sino también como declamador en el ámbito de la poesía slam, torneos en los que poetas se enfrentan a través de recitales dramatizados calificados por un jurado.

Su experiencia como campeón de slam le infunde una cierta oralidad a la poesía de Contreras, destacando el carácter narrativo de sus textos sin sacrificar los elementos líricos.

Contreras despliega imágenes vívidas de la vida diaria y la cultura popular, escritas en un lenguaje escueto y coloquial, lo cual favorece la lectura dramática del texto.

La colección mezcla poemas en verso y pasajes narrativos que el poeta concibió con la representación en mente.

Tras su publicación en abril, Contreras ha representado el texto como monólogo poético en varios escenarios de su natal Albuquerque.

La primera parte del libro, titulada “Invencible”, está dedicada a la experiencia de su padre como soldado durante la guerra de Vietnam.

Contreras se considera heredero directo del conflicto ya que, según afirma, el trastorno de estrés postraumático marcó su vida familiar durante su infancia y adolescencia.

“Debí haber sentido y heredado algunas de sus ansiedades, porque de vez en cuando siento un poco de mi padre dentro de mí”, confiesa Contreras en el prólogo.

“Es como si algo dentro de mí provocara el mismo dolor”, escribe. “El dolor mi padre, mi padre invencible”.

Los poemas de esta primera parte entremezclan recuerdos de la infancia y adolescencia del poeta con los de su padre como soldado de 18 años tratando de sobrevivir el infierno de las selvas de Vietnam.

En el poema “Alone” (Solo) Contreras se remonta a un recuerdo de adolescencia: la advertencia de su padre de nunca dejar el auto sin gasolina porque si se quedaba a mitad de camino, su padre no lo iría a recoger.

El recuerdo se yuxtapone a uno ajeno, el de su padre, quien pasaría una noche solo con su arma en la selva, habiéndose quedado sin gasolina y bajo órdenes de nunca abandonar el vehículo.

“Solo. Me pregunto si rezaba mientras esperaba. Sabía que eventualmente alguien lo encontraría. Adivinar qué lado llegaría primero se convirtió en un juego psicológico mientras esperaba”, escribe.

La segunda parte del libro recoge la experiencia de poetas encarcelados. Durante cinco años, Contreras se desempeñó como maestro de inglés y de escritura para adultos detenidos en el penal metropolitano de Albuquerque.

Esa experiencia se traduce en versos que cuestionan los múltiples significados de la libertad y del tiempo y cómo transcurren dentro y fuera del presidio.

“Nadie se ríe”, escribe en el poema “Life 101”. “La vida es un chiste sin remate”.

Los poemas de esta segunda parte son más escuetos en lenguaje y más desgarradores en contenido. La esperanza intenta colarse entre los versos, como la luz entre las rendijas de una celda.

El poema “Dream Deferred” (Sueño pospuesto) imagina la salida, cuando la luz de afuera parecería un “caleidoscopio de esperanzas”.

“Pero para los ojos que recién ven la luz”, escribe, “a veces la única reacción es ‘¿qué significa todo esto?'”

“Tiempo cumplido” reúne 22 poemas narrativos que exploran cabalmente las múltiples interpretaciones del verbo “cumplir”, sea por necesidad, deber o condena. EFEUSA