Skip to content
El jesuita Ricardo Falla.
El jesuita Ricardo Falla.
Author
PUBLISHED: | UPDATED:

Tegucigalpa, 16 jul (EFE).- El jesuita y antropólogo guatemalteco Ricardo Falla dijo hoy en Honduras durante la presentación del libro “Al atardecer de la vida…” que en la iglesia y en la sociedad todo está fallando.

“En nuestra iglesia todo está fallando, es como una lancha con muchos agujeros”, indicó Falla durante la presentación de su libro, un segundo volumen con “Cuadros sueltos que prefiguran el siglo XXI Honduras 1993-2001”.

La obra de Falla, cuyo primer volumen trata “Del proceso de paz a la masacre de Alaska Guatemala 1994-2012”, fue presentada en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, con la presencia de su rectora, Julieta Castellanos, otras autoridades de ese centro de estudios y sociólogos que comentaron sobre el autor y sus libros.

Falla dijo a Efe que “todo está fallando, pero en toda la sociedad, en el Estado” y que eso “quiere decir que estamos en un tiempo de cambio y la iglesia no está acomodada, adaptada a las circunstancias”.

“Entonces, tiene que irse adaptando. En ese sentido, digo yo, que todo está fallando, a lo mejor es una expresión que si usted la pone de un titular tal vez resulta equívoca”, pero “eso no quiere decir que la iglesia católica no esté haciendo grandes cosas en muchos lugares y con los pobres”, enfatizó.

Añadió que probablemente el trabajo de la iglesia católica, “si hacemos un balance hacia los pobres, es más que menos”.

Aún con sus fallas, la iglesia “está cambiando con el papa Francisco”, señaló el jesuita guatemalteco, quien vivió en Honduras entre 1993 y 2001, período en el que el país centroamericano experimentó muchos cambios en lo político, social y económico.

Como ejemplo de los cambios en el catolicismo dijo, sonriente, que el papa Francisco se ha dado cuenta “de la falta de comunicación que tiene la iglesia y entonces él hace micos y pericos en el avión, en los estadios y en las misas en Santa Marta por comunicarse, por comunicar a una iglesia que es madre”.

“Todo falla en la iglesia porque en todo le falta pasión, pero eso se aplica no solamente a ellos”, acotó Falla, quien nació en la capital guatemalteca en 1932.

Sobre su libro, explicó que el nombre, “Al atardecer de la vida…”, aludiendo su edad (82 años), fue tomado de un verso de San Juan de la Cruz que termina con la frase “…te examinarán del amor”.

“No se trata de ver si el autor pasa el examen, en su vejez o ya fallecido, sino de encontrar en esta obra, más que mucha información y más que un análisis muy acertado, ese fuego que mueve al mundo para transformarse”, dijo Falla al presentar su obra, cuya portada muestra un atardecer en el Caribe hondureño con pobladores negros.

El libro recoge más de 100 artículos sobre hechos difundidos en la prensa local alusivos a los campesinos, indígenas, la pobreza, los inmigrantes, la explotación bananera, elecciones en Honduras, el cultivo de la palma africana, la maquila y las mujeres, entre otros.

Temas como los primeros jesuitas en Honduras, el negocio de la seguridad, el traspaso de la Policía a los civiles, la justicia ante los militares, el neoliberalismo, la explotación minera, las violaciones a los derechos humanos y fenómenos naturales como el devastador huracán Mitch (1998), también son parte del libro.

Durante los ocho años que Falla vivió en Honduras ejerció como sacerdote en Tocoa, una conflictiva región agrícola en el Caribe, y como titular del Equipo de Reflexión, Investigación y Comunicación (ERIC), en El Progreso, norte.

Falla, quien desde 2001 reside en Santa María, Chiquimula (Guatemala), recordó entre otras cosas la experiencia vivida con el proceso de ruptura de un centenario bipartidismo político en Honduras y los diez años internado en las montañas de su país donde fue testigo de los indígenas en resistencia y su persecución.

La edición de los dos volúmenes de “Al atardecer de la vida…”, que piensa extender con otros países centroamericanos, ha sido auspiciada por la Asociación para el Avance de las Ciencias Sociales en Guatemala (AVANCSO) y la Universidad Rafael Landívar a través del Instituto de Investigaciones sobre el Hecho Religioso (IIHR). EFE