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  • Fernando Del Paso en su casa de Guadalajara.

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    Fernando Del Paso, una mente reposada, habla de su oficio en su casa.

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El mexicano Fernando del Paso se enteró de que había ganado el Premio Cervantes por una llamada de su hija. Con ochenta años y una vida marcada por la lucha contra varias enfermedades graves, dice sentirse muy contento, halagado y orgulloso de recibir el galardón. El escritor recibe a Efe en su casa de la ciudad de Guadalajara, en el occidente mexicano.

Elegantemente vestido como siempre, Fernando del Paso no rehúye ningún tema de conversación. Considera que México “está en una decadencia pronunciada” y confiesa que, después de tres cánceres y varios ataques cerebrales, ya no escribe, y solamente lee la prensa.

Agradece a España su labor en la defensa de la literatura latinoamericana y opina que el español “se está enriqueciendo cada vez más”, gracias sobre todo a su creciente presencia en Estados Unidos.

Sobre la gala de premiación del Cervantes, dice estar “temeroso” y un poco “cohibido”, mientras empieza ya a procesar el que será seguramente el discurso más importante de su vida.

El autor vive con su esposa en una colonia de cuyo nombre, La Calma, refleja la tranquilidad de la luminosa casa de dos pisos y pequeño jardín del matrimonio, que se conoció antes de entrar en la universidad.

Una calma rota estos días por el incesante timbrar del teléfono y la constante llegada de periodistas que son atendidos por su enfermera, Lupita, y una empleada doméstica, la señora María.

Una de las llamadas interrumpe la entrevista con Efe. Es la nieta de Del Paso, Ixchel, casada con un irlandés y que les ha dado la que hasta ahora es su única bisnieta. Además de Ixchel, el matrimonio tuvo tres hijos más, uno de los cuales falleció “hace siete años más o menos”, explica el entrevistado, que tiene además cinco nietos.

“CARMEN BALCELLS ERA UNA INSTITUCIÓN”.

Nacido en Ciudad de México el 1 de abril de 1935, Del Paso viste un saco de lino de color pistacho, a juego con su corbata, unos elegantes zapatos de dos tonos y lentes de cristal amarillo.

Respuesta.- ¿Cómo se enteró de que era el ganador del Cervantes?.

Me habló mi hija Paulina a las seis de la mañana. Se enteró primero porque un amigo que consultó su internet la despertó para decirle. Ella estaba en Los Cabos, Baja California (estado del noroeste de México).

P. – ¿Cuántas llamadas ha recibido?.

R.- Cuarenta o cincuenta llamadas, de todas partes.

P. – ¿Cuáles han sido las que más le han emocionado?.

R.- Es difícil decirlo pero las de mis seres queridos. Mi hija Adriana, mi hija Paulina. Primos que no había visto ni oído (de ellos) en muchos años.

P.- ¿Alguna autoridad?.

R.- El señor presidente de la República (Enrique Peña Nieto) y el secretario de Educación (Aurelio Nuño), entre otros.

P. – Entiendo que una de las personas en las que ha pensado en las últimas horas ha sido en Carmen Balcells, su editora, recientemente fallecida. ¿Qué le diría a Carmen en estos momentos?.

R.- Me dolió muchísimo su muerte. Muchísimo, muchísimo y ahora más.

P. – Imagino que le hubiera gustado que estuviera celebrando con usted.

R.- Claro que sí.

P. – Con su fallecimiento se perdió a alguien muy importante en el mundo de las letras en español.

R.- Muy importante. Era una institución, no una agencia.

P.- Sé que ha sufrido varios contratiempos fuertes en materia de salud en los últimos años pero se le ve bien. ¿Cómo se siente?.

R.- Estoy en lo que creo es una recuperación de las secuelas que he tenido durante tres años de una serie de ataques al cerebro de carácter isquémico, de que no hubo suficiente flujo de sangre, es casi lo contrario de un derrame. Ya he hecho terapia física y terapia lingüística y considero que estoy saliendo de ello. Ahora, esto (el premio) es un empujón fantástico.

P.- ¿Cuál es su rutina diaria actualmente?.

R.- Tendría que hablar de los últimos años antes de que me dieran estos ataques. Me despertaba y me sigo despertando a las cinco de la mañana. Ahora, en los últimos dos años me vuelvo a dormir. Antes de eso y desde hace veinte años me levantaba a las cinco y escribía de cinco a nueve, desayunaba, iba al trabajo y en la tarde cuando regresaba leía.

“AHORA NO PUEDO ESCRIBIR”.

P.- ¿Sigue gozando de la lectura y la escritura?.

R.- No puedo escribir, no puedo coordinar mucho. Lo que leo son los periódicos.

P.- Octavio Paz (1981), Carlos Fuentes (1987), Sergio Pitol (2005), José Emilio Pacheco (2009) y Elena Poniatowska (2013). Usted es el sexto mexicano en recibir el Cervantes. ¿Qué siente al estar junto a los nombres que le he mencionado?.

R.- Pues muy contento, muy halagado, muy orgulloso. Me siento muy bien porque amo mucho a España. El hecho de que hablen el mismo idioma que nosotros, qué coincidencia tan grande (bromea). Es nuestro. Es mi idioma, el idioma en el que dije “mamá” por primera vez, en el que escribo. Que nuestra madre patria se preocupe de la literatura en Latinoamérica me llena de satisfacción.

P.- Elena Poniatowska decía que su Cervantes era el reconocimiento a alguien que no tiene una sola respuesta y que lo único que ha tenido a lo largo de su vida son preguntas y más preguntas. ¿Coincide?.

R.- Sí, no hay respuestas.

(La Señora María, la empleada doméstica entra apresurada en el salón e interrumpe la conversación. Llama su nieta Ixchel, que vive en Irlanda y le ha dado su única bisnieta, de apenas dos años.

P.- ¿Cuándo supo que sería escritor?.

R.- Hasta los veinte años en realidad yo quería ser dibujante. Casi todos los cuadros que ve usted colgados aquí los he hecho yo. Empecé a aprender a leer en “kindergarden”, porque tenía mucha necesidad de leer los monitos, que le llamamos, las caricaturas dominicales, “Pancho y Ramon”, “El príncipe Valiente”… El primer libro que me dieron mis padres fueron “Las mil y una noches”. La edición censurada por supuesto, sin cosas tan divertidas como los incestos, la sodomía y todo eso. Eso me llenó la cabeza de fantasía. Empecé a leer a los autores que leíamos en aquel entonces. Mucho a Salgari, a Dumas, a Eugenio Sue, Julio Verne, por supuesto. Como también leí “El tesoro de la juventud”, y lo leí completo, porque me prestaban tomo por tomo. Mi padre no lo podía comprar todo. Leí la sección de poesía. Escribí un poema para mi madre cuando tenía diez años. Es largo y muy cursi pero le tengo muchísimo cariño.

P.- ¿Le apoyó su familia?

R.- Mi padre decía que me iba a morir de hambre. Por fortuna no ha sido así. No he vivido nunca, hasta mis últimas fechas, de mis regalías, pero no me he muerto de hambre.

P.- ¿A qué se dedicaban sus padres?

R.- Mi madre era ama de casa y mi padre era contable, pero le gustaba mucho leer novelas de viajes y biografías. Un amigo suyo tenía una gran biblioteca de viajes, le prestaba los libros y lo leíamos los dos.

ACOMPAÑADO DE VIVALDI Y MOZART.

P.- El jurado del premio ha justificado el galardón porque considera que en el desarrollo de sus novelas, usted ha aunado modernidad y tradición, como hizo Cervantes en su momento. Entre sus obras está “Viaje alrededor del Quijote” sobre su experiencia como lector de esa obra universal. ¿Siente que le debe mucho a Cervantes como escritor?.

R.- Cuando me han preguntado de mis influencias he nombrado a Faulkner, a Joyce, a Dos Pasos, a Flauvert, luego me preguntan por qué no has mencionado a los españoles. Porque no son influencias, los llevo en la sangre, les digo.

P.- Tengo entendido que usted escribía con música. ¿Qué escucha y por qué lo hace?.

R.- Vivaldi y Mozart. Servían muy bien de fondo. Me tranquilizaban y me exaltaban al mismo tiempo. Me hacían olvidar muchos problemas pero, al mismo tiempo, su belleza me exaltaba.

P.- Usted dijo en algún momento que “José Trigo” es una novela de ambiciones desmesuradas, porque en ella trató de volcar todo lo que podía dar como escritor debido a que le habían diagnosticado un cáncer con apenas 30 años. ¿Cómo valora la novela ahora?.

R.- Se acaba de reeditar. Tiene tantos propósitos que se convirtió un poco en un despropósito.

P.- ¿Cuál cree que ha sido su secreto, la receta, para rehacerse de tantos problemas de salud y seguir escribiendo y dedicándose al estudio?.

R.- No sé. Fumé sesenta años, he bebido toda la vida. El único de ejercicio que he hecho es de mandíbula. Sí (se corrige), he hecho un poco de ejercicio.

P.- “Palinuro de México” es su obra más autobiográfica. Habla de quién fue y de quién pudo haber sido. Ahora, con 80 años, ¿cree que hay mucha distancia entre quién quiso ser y lo que ha sido realmente su vida?.

R.- No, realmente, no. No me imaginaba, pero lo quería hacer.

P.- ¿En algún momento le paso por la cabeza escribir sus memorias?.

R.- De ninguna manera.

P.- En alguna ocasión usted ha dicho que lo que más desea un escritor es trascender, llegar a las nuevas generaciones y parece que eso ya ha sucedido al menos con “Noticias del Imperio”. ¿Cuál quiere que sea su legado?.

R.- Ese. Mi obra.

P. – ¿Qué faceta de su obra puede trascender más?.

R.- La humorística, tal vez.

“TENGOS RASGOS O SOY SUBRENACENTISTA”.

P.- Como gran autor de novela histórica y gran estudioso, usted ha dedicado mucho tiempo a investigar el contexto en el que desarrollaba sus historias. ¿Qué dosis considera que hay de inspiración o de don natural en un escritor y qué dosis de esfuerzo y sacrificio?.

R.- No podría dar el porcentaje. Pero diría “fifty-fifty” por lo pronto, cincuenta y cincuenta. Pero la documentación es la que sostiene a la imaginación.

P.- De tantos episodios de la historia de México, ¿por qué escogió a Maximiliano de Habsburgo y Carlota para escribir “Noticias del Imperio”, su obra capital?.

R.- Creo que el tema me escogió a mí. Desde muy pequeño, cuatro o cinco años de edad, me asombré de que habíamos tenido un emperador alemán, decía yo, bueno, austríaco, y una emperatriz que se había vuelto loca y había sobrevivido hasta 1927.

P.- Tengo entendido que la primera versión llegó a tener 3.000 páginas y tuvo que condensarla hasta unas 800.

R.- Un rector una vez me regañó y me dijo: “usted no sabe condensar porque nos da libros de 700 páginas”. Fue cuando salió “Palinuro de México”, y le dije “¿cómo no voy a saber condensar si hubiera podido tener 3.000 páginas?”.

P.- Se reconoce ateo desde los doce años. ¿Qué fue lo que le llevó a tomar esa decisión y a defender esa filosofía de vida?.

R.- No sé. Primero el regaño inmerecido de un padre, de un sacerdote y, después, la lógica que los Santos Reyes me trajeran mejores regalos en casa de mis padrinos que en mi propia casa. Decían que con la fe se movían montañas, y un día de Reyes pasé toda la noche hincado hasta que me caí dormido, pidiéndoles una bicicleta que nunca llegó.

P.- Novelista, poeta, dramaturgo, pintor, dibujante, diplomático, periodista… Se considera usted un hombre renacentista?.

R.- Parece que tengo algunos rasgos o soy subrenacentista.

P.- ¿De todas esas actividades cuál es la que le ha llenado más?.

R.- Escribir. He dejado otras actividades por escribir pero nunca he dejado de escribir por otras.

P.- Ha trabajado para la BBC, Radio Francia.¿ Cómo ve en la actualidad el mundo de las noticias? ¿Cree que internet y las redes sociales lo han banalizado?.

R.- Creo que se corre ese peligro pero no sé qué se puede hacer en contra.

“EL ESPAÑOL SE ESTÁ ENRIQUECIENDO CADA VEZ MÁS”.

P.- México está en el punto de mira por las agresiones a la prensa. Cree que el Estado hace lo suficiente para defender a los periodistas?.

R.- Probablemente hacen lo que ellos creen suficiente, pero por alguna razón no tienen la capacidad de hacerlo bien. Quizás son problemas que venimos arrastrando hace siglos, como la corrupción.

P.- Cuando ofreció el discurso tras recibir el Premio José Emilio Pacheco, leyó la siguiente cita de ese gran autor: “No amo a mi patria. Su fulgor abstracto es inasible”. Luego dijo sentir que México “parece desmoronarse y volver a ser la patria mitotera, la patria revoltosa y salvaje de los libros de historia”. ¿Tan mal está el país?.

R.- Nosotros lo sentimos que está así, que está muy mal, en una decadencia pronunciada, que se puede detener, no sé cómo. Muchos desaparecidos, muchas extorsiones, corrupción, secuestros, crimen organizado, el narcotráfico, eso lo vemos todos los días.

P.- El español se ha convertido en la segunda lengua del mundo por detrás del chino y por delante del inglés. Cómo evalúa el estado de salud de la lengua que le ha encumbrado como escritor?.

R.- Pues muy bien, porque se habla en tantos países, inclusive en países extranjeros como Estados Unidos, que creo que está floreciendo y enriqueciéndose cada vez más. Incluso España contribuye a eso (vuelve a bromear).

P. – Le va a tocar ir pronto a Madrid a recibir el Cervantes. ¿Ya ha pensado qué va a decir en el discurso de premiación?.

R.- Todavía no. Más o menos estoy elaborando algo en la cabeza.

P.- ¿Qué expectativas tiene?.

R.- Muy grandes y estoy temeroso.

P.- Se imaginó que le podían otorgar el galardón.

R.- Sabía que estaba en una terna. Finalista he estado varias veces. Digo en una de esas me toca a mí.

Mientras acepta paciente ser el protagonista de una sesión de fotos de Efe, responde todavía generoso a algunas preguntas sobre su vida personal, como por ejemplo sobre su elegancia al vestir.

“(Visto) casi siempre (elegante) pero duermo con pijama”, explica en tono jocoso. Cuando muestra sus cuadros relata que dejó de soñar con dedicarse a la pintura por su experiencia con el óleo. “Fracasé, por eso me puse a escribir”, asegura.

Por último, revela que le “encanta” Madrid y reconoce que se siente “cohibido” ante la ceremonia en que recibirá el Cervantes.