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#LiteraturaNorteamericana: Nueva novela de Don DeLillo, temas como la muerte, la tecnología o el terrorismo vuelven a aparecer

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Madrid, 10 jun (EFE).- Considerado como uno de los maestros de la literatura actual, Don DeLillo, cercano a cumplir los 80 años, asegura que el mito de “la gran novela americana” es una invención europea y que mientras pueda seguir teniendo ideas y escribiendo, frase a frase, palabra a palabra, “todo estará bien”.

DeLillo (Nueva York, 1936) presentó hoy en Madrid su última novela “Cero K” (Seix Barral) y que ha sido considerada por la crítica como una de sus mejores obras tras “Underworld”, que publicó en 1997.

En una entrevista con Efe, DeLillo explica que ha tardado cuatro años en escribir “Cero K”, de unas 300 páginas, cuando “Underwold”, que rondaba las mil páginas, le llevó cinco años.

“Soy consciente de que me ha llevado más tiempo que el que hubiera empleado hace 25 años”, dice el escritor que incluye su última novela “entre los libros que significan más” para él. Por eso, bromea, la calificaría “con tres o cuatro estrellas”.

Dice que el lenguaje es protagonista también de la novela, mucho más depurado que en otras de sus obras porque ha escrito y reescrito varias veces su texto.

Temas como la muerte, la tecnología o el terrorismo vuelven a aparecer en esta novela, pero el autor norteamericano asegura que nunca planea de qué van a tratar sus libros y sostiene que él se ocupa de la narración y no de los conceptos y que se deja llevar por los personajes.

El protagonista de “Cero K” es Jeffrey Lockhart, cuyo padre, Ross, es el inversor principal de un centro donde se lucha contra la muerte congelando los cuerpos de gente enferma hasta que la medicina pueda curarlos.

Jeffrey viaja allí para consolar a su padre cuando éste va a despedirse de su esposa, que va a sumarse a este experimento. Pero cuando Ross, en perfecto estado de salud, decide acompañarla, le negará su apoyo y se rebelará.

La relación entre padre e hijo es el hilo conductor de la novela en la que DeLillo habla “de la vida en suspensión, en ‘stand by'” a través de la criogenización.

La ciencia toma aquí el relevo a la religión ante la búsqueda de la inmortalidad, que desde hace miles de años se veía como una idea espiritual pero que ahora se considera posible de forma física.

DeLillo prefiere hablar a través de sus personajes sobre lo que suponen para la humanidad estos avances tecnológicos aunque aclara que no tiene ningún interés personal en la criogenización, que no deja de ser otra cosa que un suicidio asistido, asegura.

No obstante, investigó sobre estos casos aunque se puso como objetivo no hacerlo demasiado para centrarse más en los personajes que en el tema en sí y así, explica, “poder ser libre para escribir”.

Una práctica que, dice, en todo caso es ilegal y que por eso está ambientada “en medio de la nada”, un mundo subterráneo en el desierto cuya ciudad más cercana es la capital de Kirguizistán.

La novela transcurre en este cerrado mundo bajo tierra, un laboratorio que, con sus pasillos, pantallas y cuerpos de las personas criogeneizadas en cápsulas, es en sí una obra de arte, sostiene.

Un mundo aislado de los desastres naturales y del terrorismo que asola el mundo exterior, y sobre el que DeLillo dice que se ha llegado a un punto en el que el podría llegar a haber una amenaza incluso nuclear.

“Si los terroristas se hacen con el control tecnológico sería un peligro enorme para el resto del mundo”, indicó en una posterior rueda de prensa el escritor, que destacó cómo el asesinato de dos o tres personas es noticia mundial si ocurre en Londres o París, mientras que en Siria o en Irak “están tomando el control de zonas enteras e intentan controlar países enteros”. EFE