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Los Ángeles, 8 abr (EFEUSA).- Los antiguos braceros mexicanos que viven en Estados Unidos tienen de plazo hasta el 31 de diciembre para reclamar un subsidio en los consulados de su país, según un llamado urgente de una organización que lucha por defender a estos trabajadores.

La Alianza de Exbraceros del Norte, destacó que hay más de 40.000 braceros que ya se registraron en Estados Unidos pero no han figurado todavía en las listas de pago de la denominada Ayuda Social del gobierno mexicano.

“Los 40.087 braceros que ya se registraron pero no han salido en listas de pago de la Ayuda Social, deben presentarse cuanto antes en un consulado de México con copia de su hoja de registro”, urgió hoy la directora de la Alianza, Rosa Martha Zárate.

La activista, quien señaló que el plazo es para aquellos que ya se registraron y no han aparecido en listas de pago, animó a los exbraceros que todavía no se han podido registrar para que no dejen de intentarlo.

El Programa Bracero fue un permiso dado a obreros y campesinos mexicanos entre 1942 y 1964 para suplir la falta de mano de obra en Estados Unidos generada por la Segunda Guerra Mundial.

Durante la ejecución del programa, el gobierno de México dedujo un 10 % de cada pago de salario para reservarlo en el Fondo de Ahorro Campesino, dinero que se entregaría a los trabajadores mexicanos al regresar a su patria.

Sin embargo, esta devolución nunca se realizó y sólo después de que los trabajadores establecieron una demanda, el gobierno mexicano accedió a pagar 38.000 pesos mexicanos, alrededor de 2.550 dólares, a cada exbracero.

La entrega del dinero comenzó a hacerse en México en mayo de 2012.

Al finalizar el programa, la mayoría de los trabajadores fueron regresados obligatoriamente a México.

Flora Mendoza, nació en Estados Unidos, de padres braceros y se casó con un bracero mexicano, poco antes de que lo devolvieran a México.

“Nos casamos y a los cuatro días se terminó el contrato y se lo llevaron para México, donde las autoridades de aduana le quitaron todos sus documentos”, contó hoy Mendoza en entrevista con Efe.

Antonio Mendoza, que ya tiene 88 años, todavía está en proceso de demostrar que fue un trabajador del Programa Braceros y tratar de que le reconozcan -al menos- el subsidio de los 38.000 pesos mexicanos.

La esposa de Mendoza, que se considera mexicana, recomienda a otros en su situación que no se desanimen, “que tengan mucha fe y mucha paciencia”. “Mi esposo va a cumplir 88 años, yo tengo 86 y no tenemos mucho tiempo para esperar”, aseveró.

Para algunos académicos, el Programa Bracero tuvo una importancia definitiva en el interés migratorio de los mexicanos hacia Estados Unidos.

“Migrar de manera temporal hacia Estados Unidos se convirtió en parte de las expectativas de una parte significativa de la población rural de México”, escribió el analista mexicano Carlos Rico, en un estudio sobre el tema.

En un testimonio presentado en el 2014 ante la Caravana de la Alianza de Exbraceros del Norte, que recorrió parte del territorio estadounidense, el exbracero Víctor Manuel García, recordó en su testimonio el momento de su partida de México dejando atrás a su familia.

“Mientras mi esposa amamantaba a nuestra primera hija, recargada en el marco de la puerta yo salía con una bolsita de ixtle con mis cosas y le dije, ya me voy, ya me nombraron y dijeron que me presentara el día de hoy”, relató el extrabajador mexicano.

“Ella no me dijo nada pero sentí el desgarramiento interno del hombre que amaba y el padre de su hija”, agregó.

Zárate señaló que bajo el Programa Bracero se firmaron 4,6 millones de contratos y “sólo se han registrado y recibido el dinero (del subsidio) cerca de 150.000” trabajadores.

Al sumar los braceros que ya se registraron y no han recibido todavía el subsidio, el total de beneficiados asciende a cerca de 200.000.

“El resto, cerca de 4,4 millones de extrabajadores, no ha recibido ni un solo peso de lo que les quitaron cuando trabajaban”, reclamó la activista.

Mientras muchos de ellos ya murieron, sus herederos no ven un incentivo en gastar dinero y energía para reclamar la ayuda social y el dinero retenido a los braceros.

Muchos hijos de estos trabajadores mexicanos no están interesados en el proceso o han renunciado ante los obstáculos burocráticos y administrativos que les ha impuesto el gobierno mexicano. La activista opina que esta actitud no aporta nada positivo.

“El caso de los braceros es un holocausto muy claro y bien específico condenado como crimen de lesa humanidad por el Tribunal Permanente de los Pueblos”, recalcó.

“Mientras olvidemos este abuso, vamos a seguir viendo atrocidades tremendas”, concluyó. EFEUSA