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Brasilia, 27 oct (EFE).- Aunque los brasileños decidieron que Dilma Rousseff seguirá gobernando el país durante otros cuatro años, la presencia de las mujeres en la política aún es casi testimonial en un país en el que ellas representan el 52 % del electorado.

Rousseff, en el poder desde el 1 de enero de 2011, ganó este domingo la segunda vuelta de las presidenciales con un 51,64 % de los votos frente al opositor socialdemócrata Aécio Neves, que fue respaldado por el 48,36 % del electorado.

La presidenta superó en estas elecciones a Neves y a otros nueve candidatos que se postularon para la primera vuelta del pasado 5 de octubre, entre los que había sólo otras dos mujeres, que se quedaron en la cuneta de esa primera votación.

Se trata de la ecologista Marina Silva, excandidata del Partido Socialista Brasileño (PSB), que llegó a liderar los sondeos para la primera vuelta pero quedó finalmente en tercer lugar (21,2 %), y la izquierdista Luciana Genro, del Partido Socialismo y Libertad (PSOL), que apenas obtuvo un 1,5 % de los votos.

La probable segunda vuelta que llegaron a prever las encuestas entre Rousseff y Silva finalmente no se dio y con ello Chile sigue como el único país latinoamericano en el que dos mujeres se enfrentaron en unos comicios presidenciales.

Fue a fines del año pasado, cuando la mandataria Michelle Bachelet fue elegida en segunda vuelta frente a Evelyn Matthei.

Al menos en Brasil, el hecho que Rousseff haya sido la primera presidenta en la historia republicana del país y vaya a seguir en el poder hasta el 1 de enero de 2019 no ha supuesto ninguna revolución en términos de igualdad de sexos en la política.

Para las elecciones parlamentarias y regionales de este año sólo el 30,9 % de los 24.900 candidatos inscritos fueron mujeres.

En buena medida, esa tasa se alcanzó por fuerza de ley, ya que una legislación electoral en vigor desde 1997 estableció una llamada “cuota rosa” que obliga a que los partidos reserven para las mujeres un 30 % de las candidaturas a cargos públicos.

Por más que se impongan esas cuotas, una cosa son candidaturas y otra los cargos a los que realmente acceden las mujeres.

En las elecciones parlamentarias, que se celebraron el pasado día 5 junto con la primera vuelta de las presidenciales, se renovó por completo la Cámara de Diputados y de los 513 escaños en disputa sólo 51 quedaron en manos de mujeres.

En el Senado no fue tan diferente y la nueva composición contará con once mujeres frente a setenta hombres.

En el caso de los 27 gobiernos regionales que fueron renovados en estas mismas elecciones ese cuadro se repite.

Este año, sobre un total de 171 candidatos a gobernador apenas hubo 17 mujeres y todas menos una fueron derrotadas en la primera vuelta, en la que se decidió la situación en trece estados, con victorias masculinas en todos los casos.

En los catorce estados en que hubo una segunda vuelta, la única mujer ganó y será una solitaria voz femenina entre 27 gobernadores a partir del 1 de enero del año próximo. Fue la conservadora Suely Campos, elegida gobernadora de Roraima, con un 54,85 %.

Ese mapa regional empeora el escenario que había hasta ahora, que sólo tenía a dos gobernadoras: Roseana Sarney, del estado de Maranhao, quien no pudo aspirar a un nuevo mandato porque ya había sido reelegida en 2010 y la Constitución se lo impedía, y Rosalba Ciarlini, en Río Grande do Norte.

En el caso de Ciarlini, su propio partido Demócratas decidió que no postulase a la reelección, debido a sus altos índices de rechazo tras una gestión de cuatro años sólo aprobada por el 7 % de los ciudadanos.

Este panorama regional devuelve a Brasil al escenario que había en 1998, la última vez que sólo una mujer fue elegida gobernadora, así como había ocurrido en 1994.

En 2010 dos mujeres fueron elegidas para ese cargo, en 2006 tres, y otras dos en 2002.

Ese mismo cuadro de minoría femenina en la política se repite en el ámbito municipal, cuyas autoridades fueron renovadas en 2012 en unos comicios en los que solamente fueron elegidas 657 alcaldesas, lo que representa un 11,8 % del total.

En los altos cargos que son designados por los mandatarios sucede lo mismo, incluso en el Gobierno de Rousseff, la primera presidenta de un país que hasta 2011 sólo había sido gobernado por 39 varones.

Cuando asumió el poder, Rousseff se comprometió a promover una mayor participación femenina en las grandes decisiones, pero llegará al fin de su primer mandato con solamente siete mujeres entre sus 39 ministros. EFE