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Denver (CO), 18 ene (EFEUSA).- Un nuevo libro para niños de edad escolar rinde tributo a las Águilas Mexicanas, la unidad mexicana de combate aéreo que participó junto a la fuerza aérea de EE.UU. en la campaña del Pacífico durante la segunda guerra mundial.

El texto “La escuela que construyeron las Águilas Mexicanas” (Lee & Low, en inglés) narra la historia del Escuadrón 201 de la Fuerza Aérea Expedicionaria Mexicana, y en él se destaca su importante misión en Filipinas y la escuela que posteriormente se fundó con su nombre en el estado mexicano de Morelos.

La autora, Dorinda Makanaonalani Nicholson, presenció de niña el ataque a Pearl Harbor en su natal Hawaii y como escritora se ha dedicado a preservar las historias de la segunda guerra mundial para generaciones futuras.

El libro está dedicado a Ángel Bocanegra del Castillo, maestro y miembro del escuadrón, cuya historia inspiró y dio forma al proyecto.

La publicación se inicia con una breve introducción a los conflictos fronterizos entre México y EE.UU. países que “no siempre fueron aliados”, escribe la autora.

“En un pasado, los países eran enemigos batiéndose por los territorios del norte de México y su frontera con EE.UU.”, agregó.

De manera concisa, la autora describe la tensión entre ambos países, el conflicto bélico desarrollado entre 1846 y 1848, y las consecuencias del Tratado de Guadalupe Hidalgo, que conllevó la pérdida del territorio donde hoy se encuentran los estados de California, Nevada, Utah, Arizona, Nuevo México, así como partes de Colorado y Wyoming.

Aunque las relaciones entre ambos países se vieron afectadas durante casi un siglo después de aquel conflicto, la política estadounidense del Buen Vecino durante la década de 1930 fomentó la reconciliación, y se mantuvo vigente cuando EE.UU. ingresa en la segunda guerra mundial.

En mayo de 1942, submarinos alemanes torpedearon dos buques petroleros mexicanos en el Golfo de México, y eso impulsó a que el país latinoamericano se uniera a los aliados en la lucha contra las potencias eje.

En abril del año siguiente, tal como cuenta el libro, el presidente Roosevelt se reunió en Monterrey con su contraparte mexicana, Manuel Ávila Camacho, para discutir la colaboración entre ambas naciones durante la guerra, producto de lo cual nació el escuadrón 201 y el programa Bracero que facilitó la mano de obra del vecino del sur en las industrias agrícolas y ferroviarias estadounidenses.

Para el escuadrón se eligieron a los mejores pilotos de México para capacitarse en varias localidades de EE.UU. y luego combatir junto a la fuerza aérea de ese país en el Pacífico.

A los pilotos les acompañó un nutrido grupo de apoyo dedicado a reparar y mantener los aviones, entre los cuales se encontraba el sargento Bocanegra.

Cuenta la autora que en 1944 el presidente Ávila fue a despedir a los soldados antes de que partieran a EE.UU. y que después de saludarlos y agradecerles su servicio, les preguntó si alguien tenía algún pedido especial.

Del fondo de la fila, entre el personal de apoyo, respondió Bocanegra pidiendo respetuosamente que se construyera una escuela en Tepoztlán, su pueblo, en el estado de Morelos.

Conmovido por el pedido inusual y la valentía del soldado, el presidente accedió.

Bocanegra había sido maestro y contaba que en la escuela de Tepoztlán no había suficiente espacio y las clases a menudo se daban a la intemperie, bajo un sol intenso y frecuentemente había que cancelarlas por lluvia.

La autora entreteje hábilmente la historia de Bocanegra y de la escuela con la experiencia de los soldados durante su adiestramiento en EE.UU. y el combate en el Pacífico.

Uno de sus muchos aciertos es haber expuesto la discriminación que encontraron los soldados en Greenville, Texas, donde se les negaba la entrada a negocios y restaurantes, y no era infrecuente encontrar letreros que decían “No español o mexicanos”.

Las esposas de los soldados que habían viajado a Texas para estar cerca de sus maridos no podían encontrar vivienda fuera de la base porque los residentes no querían inquilinos mexicanos, revela la publicación.

Eventualmente, los oficiales de la base intercedieron con los residentes para que se tratara con cortesía a los aliados mexicanos y ello permitió mejorar un poco la situación.

Más tarde, mientras los soldados se adentraban en el Pacífico bajo el comando del general MacArthur, el presidente Ávila cumplía con su promesa de construir una escuela en Tepoztlán para que estuviera lista al regreso del escuadrón.

El libro describe las misiones de combate y los muchos logros de las Águilas Mexicanas hasta el final de la guerra y el recibimiento heroico que tuvieron en México.

Sin embargo, la historia de Bocanegra y la escuela en Tepoztlán es la que se impone, ya que personifica los ideales de determinación, valentía e integridad que caracterizaron al famoso escuadrón 201.

(THE SCHOOL THE AZTEC EAGLES BUILT. Dorinda Makanaonalani Nicholson. Lee & Low. 39 páginas). EFEUSA