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Mujer con su hijo en una muestra del Museo Nacional de Antropología en la Ciudad de México.
Mujer con su hijo en una muestra del Museo Nacional de Antropología en la Ciudad de México.
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En la educación del mundo moderno, se instruye al individuo de la forma más integral posible. Se le dan clases de química, biología, geografía, matemáticas, etc.

Asimismo, se exige del alumnado ciertos grados y comportamiento estandarizados como aceptables. Se le aplican exámenes para evaluar su aprendizaje. Si el alumno demuestra no haber aprendido lo requerido según su nivel, se le hace repetir el curso.

En general, se espera que al terminar sus estudios, una persona promedio tenga un conocimiento y un raciocinio que le ayuden a hacer frente a las dificultades diarias de la vida, además de que lo ubiquen laboralmente para no solo ganarse su sustento, sino para que aporte algo a su comunidad.

Esto ha sido el status quo o la norma por muchísimo tiempo. Aunque no siempre fue así.

En la antigüedad, los griegos educaban a sus ciudadanos en las artes, entrenados para tiempos de paz y de guerra. Si bien los muchachos tenían que recibir adiestramiento militar al cumplir 18 años, sus estudios se centraban en la literatura y la gimnasia.

Según Platón, la instrucción de la mente y del cuerpo producía un ritmo y una armonía que cada ser humano necesitaba.

Los aztecas, por otro lado, dejaban la educación de los infantes hasta sus 14 años en manos de los padres, los cuales eran supervisados por las autoridades de su calpulli o clan y periódicamente, los educandos atendían a los templos para ser examinados.

Traigo estos ejemplos muy a propósito.

En lo personal, pienso que un sistema educativo “moderno” como el nuestro carece de sentido cuando el individuo actual no encuentra ni crea ese rimo y armonía de los que hablaba Platón; ni conserva los principios de los padres ni un fuerte sentido de pertenecer a algo; y por tanto; de regresar a ese algo lo que se ha obtenido como con los aztecas y su instrucción basada en la educación familiar.

Ahora, no me malentienda; ambas culturas tenían virtudes y carencias; mas sin embargo; tenían también cosas bastante aplicables al mundo de hoy.

Algo que he aprendido de la vida (no de la escuela) es a tomar en cuenta todo aquello de valor que me precede e implementarlo a mi vida. Cosas como los consejos del abuelo, de mi madre, la lectura de un viejo libro, y hasta el tomar en cuenta los errores cometidos dentro de la historia humana, me han conformado como individuo.

No obstante, las escuelas parecen empeñarse más en enseñar nociones técnicas que conocimientos prácticos y esenciales para la vida.

Hay estudios como nutrición, civismo, ecología, finanzas, etc., que nuestros niños deberían estar recibiendo en los programas educativos regulares; pero no es así.

Algo que también es bastante común, es que ningún programa escolar -fuera de los universitarios enfocados en ese tipo de carreras- incluye cursos pedagógicos que instruyan a los educandos sobre la crianza de un hijo.

Se da por entendido que todos en algún punto de nuestras vidas tendremos que aprender este tipo de cosas. Así, todo nuevo padre tiene que depender de sí mismo y de lo que sus familiares le enseñen, pasando así por un proceso de error y acierto.

Claro, existen libros y usted puede aprender de forma apropiada y por su cuenta -cosa que la gran mayoría no hace,- el hecho es que usted también puede aprender en el colegio el nombre de la capital de Timbuctú y cosas sobre la galaxia vecina, lo cual dudo mucho que realmente llegue a ser necesario.

¿Ve a lo que voy?

Saber cosas como escribir correctamente, el nombre de un país lejano, datos astronómicos, etc., son cosas importantes sin lugar a duda; pero no lo son más que el hecho de saber como formar a un individuo correctamente desde su nacimiento.

En el mundo de hoy, es obvio el desequilibrio en que vivimos desde cualquier punto que lo quiera ver. En mi opinión, esto es solo el reflejo de esa educación incompleta, sin médula, y hasta cierto punto irresponsable que nos han heredado a usted y a mí.

Por eso hoy en día, depende de usted y de mí que esos niños que el día de hoy apenas gatean, el día de mañana los podamos ver convertidos en personas realmente educadas, de buenos principios, que sean capaces de vivir plenamente y que lleven un buen legado a las generaciones venideras. Su envolvimiento como padre en esto es primordial.

En conclusión, y como dice el dicho; la mejor educación se recibe en casa.

Mándenos sus comentarios a rmsandoval@live.com