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Un grupo de danza tradicional se presenta durante una celebración de Guelaguetza en California.
Un grupo de danza tradicional se presenta durante una celebración de Guelaguetza en California.
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California es uno de los lugares más cosmopolitas de esta nación.

La gran variedad de nacionalidades, lenguajes, estilos de comida y eventos culturales que se exhiben en este estado, nos hacen muy afortunados a los que en él residimos.

Lo mismo podemos hallar un restaurante chino a la vuelta de la esquina, que un mercadito indú donde se venden productos de aquella lejana y gran península.

Robin, un ex-compañero de trabajo nacido en Bangladesh me dijo alguna vez: “En California me siento como que estoy de vacaciones todos los días.”

Y es que el estar expuestos a tan gran variedad de culturas, nos da la oportunidad de ampliar nuestro criterio.

Aunque como latinos tenemos una herencia cultural muy rica, nunca lo es tanto que no se pueda enriquecer aun más con lo que otras culturas pueden ofrecernos.

Cosas como el gran respeto por los ancianos y la estricta disciplina que tienen los japoneses; la capacidad y el gran interés de hacer negocios de los chinos, así como sus ganas de aprender otras lenguas; el afán de prepararse académicamente de los hindúes; etc., son solo algunas de la cosas que uno como persona puede observar y aprender de ellos.

Desgraciadamente, donde hay tantas personas de tan distintas culturas y costumbres interactuando, también tiende a faltar la tolerancia y hasta la falta de adaptación.

Ciertas personas comienzan a enfocarse en las cosas negativas de cada cultura. Es así como nacen los estereotipos, los cuales son una forma de hacer burla o de caricaturizar. Esto no hace más que frenar o hacer más lenta nuestra capacidad de asimilación y aceptación que al fin y al cabo nos debemos los unos a los otros.

Hay personas tan arraigadas a lo suyo, que no conciben aceptar costumbres que no sean las propias. Esto, en un estado como California, resulta bastante descabellado.

Dice un dicho popular “a donde fueres haz lo que vieres”, y muchos fallamos en hacer precisamente eso. Intentamos más bien trasladar viejas usanzas de nuestros lugares de proveniencia al nuevo contexto, lo cual, esta por demás decirlo, resulta no solo impráctico, sino que a la larga no hace más que aislarnos.

Alejandro Magno fue no solo uno de los más grandes conquistadores, sino uno de los más grandes difusores culturales. Y es que él aprendía de los mismos pueblos que conquistaba.

Mary Renault, una novelista que escribió sobre este importante personaje en “The Persian Boy”, escribió también:

“Los hombres pueden ser más de lo que son -aquellos que miran en la humanidad solo sus pequeñeces y le hacen creer en ello, matan a más de los que matarían en todas sus guerras.”

Tal vez los estereotipos no lleguen a matar; pero sí empequeñecen al individuo, lo hacen motivo de burla y le despojan de virtudes.

Por otro lado, está muy bien conservar tradiciones si usted viene de lugares con gran herencia cultural. Aunque el tenerlas, no debería privarle de aprender de otras culturas. ¿No lo creé así? Después de todo, estamos en el mejor lugar para ello.

Mándenos sus comentarios a rmsandoval@live.com