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    Con los amigos de la Preparatoria #4, despues de habernos reencontrado en Facebook en el 2011.

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En esta ocasión, la columna es sobre algo muy personal. Sobre el reencuentro con viejos y entrañables amigos a través de redes sociales como Facebook.

Hace algunos años, cuando apenas abrí mi cuenta, lo hice más que nada para mantener el enlace con amigos y conocidos de mi música. Y es que siendo yo músico trovador en cafés y también parte de una banda ya desaparecida, me gustaba la facilidad de esta red social para enviarles a mis seguidores invitaciones a mis eventos.

Con el paso del tiempo, fui reencontrándome con gente con la que asistí a la Prepa 4 de la UNAM. Gracias a esto, algunos de los ex compañeros pudimos reunirnos nuevamente después de muchos años y recapitular con gran gozo sobre nuestras vidas.

Recientemente, he ido encontrando a aquellos viejos amigos de la secundaria a los que les perdí la pista poco después de haber salido de la escuela para continuar con mis estudios.

Hace poco más de 20 años -no intento ser exacto- que no sabía de muchos de ellos, y ahora, repentinamente aparecen en este salón virtual del Facebook.

No es por darle promoción a esta red social -¿la necesita?-; pero el que redes como esta faciliten reencuentros de todo tipo es algo maravilloso sin lugar a dudas.

Chateando con muchos de ellos me he dado cuenta de los cambios en sus vidas, pero a su vez, he podido constatar que cuando existe una buena amistad, dichos cambios no son barrera para inclusive continuar una buena relación.

Por otro lado, no puedo evitar comparar aquellos tiempos de la secundaria en los que la Internet era algo desconocido, y para ver a un amigo solo hacía falta tomar la bicicleta y pedalear el camino hasta su casa. La llamada telefónica, si es que existía, solo se hacía para asegurarse que estaba en su casa, no tanto para concertar cita como hoy en día se hace en este país, aunque la mayoría de veces, las visitas, como la mayoría de cosas entre amigos, eran algo espontáneo.

En lo personal tengo muchos buenos recuerdos de mis ex compañeros y de las escuelas a las que asistí.

Como ejemplo, una anécdota que siempre recuerdo de cuando estaba cursando la secundaria, es aquella ocasión que una maestra nos envió a visitar el Museo de Tecnología. Como yo ya había ido, convencí a todos mis compañeros de ir al Ajusco, una zona boscosa en la delegación Magdalena Contreras del D.F. Sobra decir que no la pasamos de lo mejor.

De regreso, dicté a todos las respuestas del cuestionario sobre el museo. Lo malo del asunto fue que a nadie se le ocurrió hacer variaciones a dichas respuestas y lógicamente, la maestra terminó castigándonos a todos. Mas éramos tan unidos, que nadie dijo de quien fue la idea, y al final la cosa no pasó de un regaño y un castigo menor.

Esa y otras tantas historias estoy volviendo a recordar, y realmente es un placer hacerlo y platicar nuevamente con aquellos que junto conmigo, compartieron un espacio de tiempo de sus vidas tan trascendental y precioso como lo es la adolescencia.

Mándenos sus comentarios a rmsandoval@live.com