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El orgullo de pertenecer a una región, muchas veces puede rayar en el chovinismo al explayar fanáticamente ese orgullo y expresarlo con agresión.
El orgullo de pertenecer a una región, muchas veces puede rayar en el chovinismo al explayar fanáticamente ese orgullo y expresarlo con agresión.
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Mi esposa me comentó que en mi ausencia vacacional, algunos de sus amigos le preguntaron por mí.

Ella les dijo que me había ido al D.F. Fue entonces que le preguntaron si yo era “chilango”.

Al responderles que sí se sorprendieron, y más temprano que tarde comenzaron a juguetear con el conocido acento sacado de una película de Resortes. Fue entonces que uno de ellos le dijo en tono de pésame que no se preocupara, que su esposa era guatemalteca.

Cuando ella me comentó esto último le pregunté extrañado: ¿Qué tiene que ver que su esposa sea guatemalteca y yo del D.F.?

Mi esposa me dijo que preguntó lo mismo a sus amigos, pero que ellos siguieron en el mismo tono de juego y ella dejó el tema por la paz.

Expliqué a mi esposa que esa animadversión hacia los capitalinos data desde los comienzos de la república, cuando México se forjó como un gobierno centralista y los demás estados dependían de lo que se decidiera en la capital.

Ese sentimiento de subordinación se fue transformando con el tiempo en resentimiento cuando las grandes masas del país comenzaron a emigrar en búsqueda de trabajo a la gran ciudad.

El pasar de una provincia a un lugar tan grande y caótico como la ciudad de México les producía una fuerte impresión. Tenían que competir por espacio y trabajo, aunado al hecho de que toda persona que llega a cualquier lugar nuevo es presa, a distintos niveles, de la marginación por parte de los nunca solicitados anfitriones.

También es común que los paisanos que llegan al D.F. se establezcan en zonas de alta delincuencia debido a los pocos recursos con que cuentan para encontrar inmuebles en áreas de menos riesgo.

Es por eso que, el día que regresan a su lugar de origen, muchos lo hacen hablando pestes de la gran ciudad. Surge una especie de chovinismo inverso, en el cual, se desprecia y descalifica a alguien por ser de aquel lugar.

Por otro lado, ¿quién no ha escuchado la conocida frase “escondan las carteras” cada vez que cualquier capitalino es presentado ante otros?

Recordando la frase del director Alfonso Cuarón en su película “Rudo y Cursi”, “la ciudad de México es un monstruo, pero como todo monstruo, tiene su encanto…” me hace pensar que no todos logran hallar ese encanto, y ya sea que el estereotipo del chilango venga por experiencia propia o por segundas personas, la generalizaciones resultan siempre ser sobresimplificaciones de la realidad.

Y es que, como dice el dicho, en “todos lados se cuecen habas”, o en otras palabras, gente buena y mala hay en cualquier lado.

Pero, en cuanto a lo que quiso decir el amigo de mi esposa con su comentario, por favor, que alguien me explique…

Mándenos sus comentarios a rmsandoval@live.com