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Colin Goddard (C), quien recibió cuatro disparos en el tiroteo de Virgina Tech en 2007, lee un discurso durante el acto conmemorativo a las 32 víctimas mortales de dicho tiroteo y por las más de 3.000 víctimas que se han producido por arma de fuego en el país, durante un acto celebrado en el Capitolio, Washington, Estados Unidos el 16 de abril de 2013. Los asistentes han pedido al gobierno un mayor control sobre las armas de fuego.
Colin Goddard (C), quien recibió cuatro disparos en el tiroteo de Virgina Tech en 2007, lee un discurso durante el acto conmemorativo a las 32 víctimas mortales de dicho tiroteo y por las más de 3.000 víctimas que se han producido por arma de fuego en el país, durante un acto celebrado en el Capitolio, Washington, Estados Unidos el 16 de abril de 2013. Los asistentes han pedido al gobierno un mayor control sobre las armas de fuego.
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El uso de armas tiene raíces muy profundas en este país. Van más allá de la libertad de portarlas y de usarlas en defensa propia. Podría decirse que en diferentes sectores de la sociedad, poseer un arma es casi una obsesión que circunda el juego y el poder, un recurso de salida de la agresividad confinada o del instinto cazador del hombre.

Los recientes acontecimientos de violencia en Colorado y Conneticut no son solo síntomas de una sociedad arraigada en el uso de armas; sino de pólizas inadecuadas por parte del gobierno para prevenir lo que en primer lugar no debería suceder.

La falta de chequeos de historial sobre personas que buscan comprar armas es lo que tiene preocupado a la mayoría del país. Si bien es cierto que en teoría no se permite que lo hagan a convictos, fugitivos, drogadictos, individuos con deficiencias mentales, etc., también es cierto que no se realizan los chequeos necesarios para asegurar que esto suceda. Además de que no hay restricciones en esas ventas, las cuales pueden incluir armas de alto poder, necesarias solo en la milicia.

El debate nacional se desvaneció hoy en las salas del senado, y se podría decir que un cambio positivo estaba destinado a fracasar.

Y es que la cultura de la guerra ha dado grandes ganancias a la industria armamentista estadounidense no solo en territorio americano; sino también en el resto del mundo. Pero es aquí donde se generan dos frentes; uno abogando por la permanencia del status quo en la venta de armas y otro tratando de establecer un control real sobre estas.

Algunos son algunos datos que dilucidan las ganancias de la industria de las armas en el presente:

-Desde los ataques del 11 de septiembre del 2001 ha generado 1.3 trillones de dólares entre ventas domésticas, gastos de defensa nacional, y subsidios para “ayuda” a países en vía de desarrollo.

-5 billones de dls. del dinero público (pagado con nuestros impuestos) son destinados a ayudar a otras naciones a comprar armas vendidas por EE.UU., lo cual beneficia solamente a las compañías que las venden

-Este país vende más del 40% de armas en todo el mundo

-Solamente el año pasado, Lockheed Martin, la mayor compañía armamentista estadounidense, generó $700 millones en ganancias.

Con la gran influencia de este tipo de consorcios internacionales sobre la política americana, no es extraño ver que se haya entorpecido el movimiento por el control de las armas que se fortaleciera después del asesinato en masa de 20 niños y 6 adultos en una escuela llamada Sandy Hook en el estado de Conneticut.

La venta de armas es algo que requiere control simplemente porque lo dicta el sentido común. Pero claro, dentro de la política, dicho sentido común se tiñe de ambigüedad, sobre todo cuando va en contra de los intereses de aquellos que ensombrecen con su influencia las decisiones del gobierno americano.

Este 17 de Abril, el senado norteamericano decidió requerir un voto súper mayoritario para poder pasar cualquier cambio a las leyes actuales, solo requiriendo un chequeo de historial personal previo a la venta. Poco después, el tema fue enterrado entre la falacia política y la imposibilidad de un consenso. Mientras tanto, la posibilidad de la reincidencia en la violencia como la que ya hemos visto va tomando mayores probabilidades de volver a suceder.

Si usted piensa que debería darse más seriedad a este asunto, muéstrelo llamando o mandando un mensaje a sus representantes en el gobierno. ¡Haga que se escuche su voz!

Con datos de Wired.com, globalissues.org, y truthmove.org

Mándenos sus comentarios a rmsandoval@live.com